En el vigésimo sexto
piso de un edificio de la calle 110, un hombre empujaba su carrito de la
limpieza. Justo las seis de la mañana. El presidente de la empresa aún no
llegaba y la oficina debía estar limpia antes de que el ejecutivo arribara.
Papeles regados por
todo el piso, envolturas de dulces en la cesta de la basura, libros de economía
en cualquier parte...todo muy normal.
El hombre recogía,
ordenaba y limpiaba, y una vez termino se sintió muy fatigado.
«
¡Estoy tan cansado de esto! Todos los días tengo que venir y hacer lo mismo.
Quisiera no tener que trabajar, no, de hecho, hoy no voy a trabajar más,
volveré a mi casa y lo declararé oficialmente ¡el día de no trabajar!».
El conserje suspiró y
regresó a la realidad, no era hora de andar fantaseando, tomó su carrito y
siguió su camino.
Lo que nunca supo el
conserje, fue que el hombre que estaba al lado de su oficina lo había escuchado
todo. Él, pensando que su jefe había dicho esas palabras, decidió que el tampoco
quería trabajar. Tomó su chaqueta y salió. La secretaria muy extrañada le
pregunto a donde se dirigía, y él respondió:
«Pues
a mi casa. Declaro que hoy es mi día de no ir a trabajar» y se fue.
La secretaria hizo lo
mismo, pero no sin antes contarle a la recepcionista, al vendedor, al contador,
a la señora de los tintos y al celador. A su vez, ellos también se fueron, pero
no sin antes contarles a unos cuantos otros más, y así la noticia se fue
regando por toda la ciudad.
A la hora ya todos los
ejecutivos de los edificios adyacentes se habían marchado. A las dos horas, los
empleados y secretarias también se habían ido. A las cuatro horas, los
profesores se declararon en paro y a los estudiantes se les permitió volver a
sus casas. A las cinco horas ya había un grupo en facebook bajo el nombre de:
'hoy no fui a trabajar' con mil seguidores. A las seis horas, ascendió a un
millón de seguidores en todo el país.
El presidente de la
república estaba navegando en su faceboook, cuando vio el grupo y que ya todos
los otros ministros y gobernadores habían puesto ‘me gusta’. Entonces fue el
presidente a poner ‘me gusta’, cuando las ventanas se cerraron y en la pantalla
apareció un mensaje: «lo
sentimos, hoy también es nuestro día de no ir a trabajar. Atentamente: los
técnicos de su servicio de internet».
El presidente enfureció
y mandó a llamar a todas las empresas de telecomuniciones, pero ninguna estaba
trabajando.
En los hogares las
familias estaban reunidas, los parques públicos estaban llenos, los niños corrían
y jugaban mientras los adolescentes y los adultos se reunían en grandes
círculos a charlar y a comer. Paradójico a esto, los centros comerciales,
supermercados, cines, teatros y demás locales, se hallaban cerrados y vacios,
pues nadie estaba trabajando.
El presidente llamó
hasta a su jet privado para ir a conectarse al extranjero, pero no había ningún
piloto trabajando, y así lo siguió intentando hasta las dos la madrugada,
cuando finalmente se quedo dormido.
A las cinco, el reloj
sonó como de costumbre, y aun sin haberse ido a bañar, el presidente convocó a
todos los ministros y políticos. Mandó a sacar la constitución política que no
usaba desde la campaña presidencial, y a las seis de la mañana hizo un
comunicado a la prensa.
En el vigésimo sexto
piso de un edificio de la calle 110, un hombre empujaba su carrito de la
limpieza. Justo las seis de la mañana.
Terminó de limpiar la
oficina y se dirigía a su siguiente parada, cuando llegó su jefe con un
periódico en la mano.
«Ya
lo leí —expresó el ejecutivo
lanzándole el periódico al conserje —échale
un ojo».
Con calma, el conserje
desenrolló el periódico y observó la primera plana.
«Vaya,
que noticias tan extraordinarias las de este país» sonrió, y empujando su carrito salió de
la oficina, dejando consigo un rastro de olor a detergente y aromatizante.
«
¡Extra! ¡Extra!: ley 1xxx del año 20xx: queda prohibido el día de no ir a
trabajar».
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