jueves, 21 de marzo de 2013

ME SUICIDE… Y NO FUE SUFICIENTE...Por: Fredy Hernán Ordonez Pérez


Paola es una mujer algo loca digamos, es hermosa físicamente ( no presto mucha atención inicial a eso para realmente querer a alguien ), tiene lindo cuerpo, una sonrisa que fácilmente podría ser la cura para el cáncer, unos ojos que pueden hacerte soñar, y no parar de hacerlo, pero su mirada, una mirada penetradora, una mirada que te hace sentir el calor de su corazón, porque ella te escucha, de verdad lo hace, te mira y ve directamente hacia tu alma, ella puede hacerte creer cualquier cuento de hadas solo para que tú puedas sonreír en un momento de dolor.  Ella es Paola.  La conocí, viví a su lado, sentí su alma junto a la mía, me confundí, creí romper mi moralidad, creí ir en contra de mis principios, pensé convertirme en un retrasado mas, ahora lo veo, la verdad, en el fin, cuando todo está perdido, cuando parece no haber nada que pueda sacarte del fondo lleno de mierda por la mierda que yo mismo cause.  Esta es la historia.
Durante toda mi vida siempre he pensado que solo estaba bien todo lo que yo pensaba o decía, y para mi así seguía siendo, la vida me había dado duro, de muchas formas, no me importaba, seguía vivo, con la mierda por delante, pero no me importaba, vivo de lo que sucede, no pienso porque odio hacerlo, y las cosas nunca cambiaban a pesar del dolor que la vida me entregaba a causa de mi propia mierda interna.
No recuerdo el día exacto en el que la vi, recuerdo que ella estaba allí, un amigo, (esos que están contigo en todas las veces que bebes, por una buena razón, por una mala.  Solo están allí) me pidió que fuera con él, a beber por supuesto, dije que sí, no me negaría, se trataba de alcohol.  Pero allí estaba, sonriendo, hablando, caminando, me sentía como un ángel perdido, no lo entendía, no me importaba, no tenia corazón, mi vida no era así, no preste atención a ese momento.  La noche no cambio mucho, era yo, solo, intentando no sentirme como una mierda en un lugar donde no debía estar, tampoco me importaba, vivía solo, así había aprendido a hacerlo.
El tiempo paso, entre aquella noche hasta que volví a sentirme como aquel ángel perdido, las cosas habían cambiado, me encontraba en una relación, me creía grande, sensacional, era un dios entre un montón de plebeyos.  La quería, debo admitirlo  Su nombre era Luisa, muy linda, calida, algo tradicional, correcta, "mis padres son asi".  No tenía que hacer un esfuerzo real, yo no era de esos, no pretendia conquistar siendo lo que no soy, no lo fui, nunca intente el romance, nada fue realmente unico, fue una repetidera frente a todas las cosas que muchos hacen solo para intentar sentir amor.  "Amor, ¿de verdad existía eso?", no lo sé, no pensaba mucho en eso, parecía que nunca terminaría, por mi estaría bien.
Había pasado mucho tiempo desde que decidí ser hombre de una sola mujer, me aburría no poder sentirme querido realmente, solo eran pretensiones, momentos de una noche, donde lo más importante era no olvidar tener el dinero para volver a mi casa.
Pero así era, estaba en una relación, nadie lo podía creer, era un burla para aquellos que han visto lo que soy, lo que fui, lo que creí dejaría atrás, pero me había convencido de que había cambiado las cosas.
"La mierda no te sigue, la mierda la creas".  Ahora se esto.  Pero continuemos.
Dentro de la relación con Luisa, relación en la que me encantaba estar, escondía muchas cosas, juegos con mujeres virtuales, amor virtual, coqueteo, deseos para hacerme sentir egocéntrico, para que todas las mujeres me amaran a mí.  No había cambiado mucho, aun lo hacía, una relación no iba a transformar esa mierda de mi.
Eventualmente el fin llego, lo arruine, engañe a Luisa, no con mentiras, si con muchos secretos, y el beso inmaculado hacia otra mujer, el cual intente esconder.  "Las patrañas de lo que soy".  No hay que negar que escondí aquel beso también, los labios de Paola se unieron a los míos, no podía detenerme, era difícil, debía hacerlo, lo hice, no fue suficiente, luisa supo la verdad, "ADIOS".   Rogué, creo que no lo hice mucho, no era de esos, no me gusta rogar, y no pretendía hundirme en la ridiculez.  Por supuesto, Luisa me mando a la mierda, no hice nada para evitarlo, me hundí en la miseria, o lo que muchos llaman "despecho".  Algo en mi se sentía libre, pero no quería sentirlo, quería sentir dolor, el dolor para poder decir que realmente quise a alguien.
El tiempo paso nuevamente, no fue mucho, aun sentía el "despecho" tan adorado por muchos, odiado por otros, y anhelado por pocos.  Pero allí estaba,  Paola volvía a ser la sensación en mí, era un ángel perdido otra vez.  
Había algo, algo que me podía nervioso, preocupado, con muchas dudas, "¿como mierda algo así puede ser sentido?, si aun no sé nada de ella, no sé quién es, la he visto, la bese, pero era todo".
No lo soporte, tenía que saberlo.  Empecé a hablar con ella.
Descubrí que es una gran mujer, con sueños, metas, seguridades, inseguridades, sonrisas, tristezas, como lo son las mujeres, pero había algo especial en ella, no sabía que era, no quería pensar en ello, estaba "despechado", no tenia porque intentar saber algo que no podría reparar el dolor en mi interior.  "Estaba muy equivocado".
Continuamos hablando, las cosas fueron pasando, poco a poco descubrí que tan maravillosa podía ser, al menos con alguien como yo.  Alguien que tal vez no merece nada en la vida, por el caos que crea.
Nos encontrábamos en aquel bar, tomando cerveza, (Oh cerveza, tan adorada, tan anhelada, tan helada.) bailamos, lo hicimos mucho, el lugar estaba lleno, no estábamos solos, habían mas personas, desconocidos, conocidos, era alegre estar allí, la mierda no me seguía, la mierda no se sentía.  Y allí estábamos, bailando, hablando, riendo, "mierda, es hermosa cuando sonríe".  La bese mientras bailábamos.
La noche no había terminado, pero para nosotros sí, no podíamos estar más tiempo allí, el dinero no era suficiente para poder vivir eternamente en un carnaval.  Paola tenía que ir a su casa, yo planeaba acompañarla hasta el punto donde tomaba un bus, (transporte de mierda, nada es útil cuando quienes manejan, lo hacen porque no tienen nada más que hacer) pero no quería que acabara la noche para ella y yo, la invite a mi casa.  Acepto.
Los detalles de tan maravillosa noche no serán contados, solo le importan a ella y a mí, pero quiero que sepan, que me sentí completamente vivo, podía sentirme junto a alguien no solo físicamente, podía sentir que alguien quería ver mas allá de mi alma, directamente a mi corazón.
Como la mierda sigue siendo mierda, no pretendía continuar bajo un sentimiento que deseaba negar, aun estaba "despechado", Luisa me había dejado, me había dolido, quería que el dolor perdure, no quería creer que podía querer a alguien más.  Paola sufrió las consecuencias de todo esto, la lastime, incontables veces, a diferencia de la creencia popular, no intentaba lastimarla.  Nunca me canse, ni me cansare de repetirle lo maravillosa que se ella es.  "Siempre estoy para arruinarlo todo."
El tiempo pasaba, aun continuaba con Paola, aun la lastimaba, no podía entender como alguien podía soportar tanto daño, empecé a sentir el dolor de dañar a alguien, tenía que saber bien que hacer, tenía que saber lo que realmente necesitaba.  Dos mese sin ella, me lo dijeron.
Estábamos en lo que llaman "vacaciones", tiempo en el que no haces nada, o intentas argumentar el ser un jodido, ridículo, y patético vago, basándote en la frase de cajón, "estoy de vacaciones".
Paola no pretendía volver a la ciudad donde pude conocerla, la mierda también había estado detrás de ella, también sufría, y solo no podía volver.  Continúe hablando con ella, virtualmente (como es de útil ser un esclavo de una maquina).  Intente de mil maneras hacerle entender lo mucho que creía en ella.  Lo hizo, creyó en mí, mientras yo creía en ella.  "Nunca dejare de creer en ella".
Las vacaciones murieron, era hora de no ser más un vago para el mundo.  Ella volvería a la ciudad donde fui un ángel perdido.  Me sentía contento, era raro, no debería, " se supone que no siento algo por ella".  "¿Como pude mentirme tan fácil?".
Volví a verla, era agradable, era maravilloso tenerla cerca, (esconde lo que sientes).  Estaba aun "despechado", o eso pretendía mostrar, tal vez solo no quería aceptar que ya había olvidado, continúe con la patraña, "despecho", mi aliado.
Paola no pretendía, seguir detrás de alguien que no quería comprometerse a todo lo que ella podía entregar, no iba a permitir seguir siendo usada, y como hacerlo, es maravillosa, nada de eso debe ser así.
Así que continúe mi camino, seguí actuando como un idiota sin darme cuenta de lo mucho que te cambia el conocer a alguien y que esta persona desee mantenerse en tu vida.  Los sentimientos, tan misteriosos, tan extraños, tan conmovedores, tan inexplicables.  Los sentía.  Seguía negándolo.
Ella no cayo mas, ante mis actitudes, ante mi deseo de estar con ella, no podía creerlo, como podía pasar esto, deseaba estar con ella, realmente solo deseaba estar junto a ella, no podía permitir que mi mierda me haga perder a alguien valioso.  
- ¿Quieres ser mi novia?
- No te imaginas cuanto espere para que me preguntaras eso.
- Lo imagino, y siento mucho toda la mierda que te hice pasar.
- ¿De verdad quieres ser mi novio?, o Solo lo dices porque estas borracho, o porque quieres acostarte conmigo.
- De verdad quiero ser tu novio, quiero estar contigo, te he extrañado, de muchas maneras, y no quiero seguir haciéndolo.
Fue un 14 de Octubre, a las 2 de la mañana, cuando finalmente deja a un lado mis mierdas, y me deje llevar por lo que sentía.  Era genial, el fondo de lo que soy, sonreía.
Estaba junto a ella, el tiempo corría mientras lo hacíamos juntos, aun seguía siendo una mierda, aun ocasionaba caos, Paola no merecía todo eso.  "La quiero, realmente la quiero".  Hice lo que todos debemos hacer, probar lo que tu boca predica junto al deseo de tu corazón.
Las cosas iban bien, teníamos problemas, como todas la parejas, pero seguíamos solucionándolos, juntos, siempre juntos.
- Te amo.
- ......... 
- Se que tu no me amas a mí, pero yo si te amo a ti, Fredy.
- Lo puedo sentir.
"¿Como futiste quedarte callado?"
Los problemas y dificultades nunca faltaban, intentábamos que todo esté bien, seguíamos luchando, pero entonces la mierda, el pasado, cosas que nunca intente controlar, cosas que nunca desee reparar, o finalizar, todo por un egoísmo, egocentrismo, arrogancia que siempre me seguirá.
- Te amo, realmente es así.  Se que no lo digo, sé que no lo pruebo pero es así.
- Quiero que me pruebes que me amas, es difícil confiar en ti, Fredy.
- Lo hare, lo intentare, no me rendiré.
El tiempo seguía sus pasos, lo lograba, parecía, que lo estaba logrando, las cosas mejoraban, yo estaba mejorando, era increíble, para mí, esta vez nadie se burlaba, creían en mí.  Continuaría así.  "Desearía poder continuar".  "¿Como puedes no darte cuenta de que todo tiene una consecuencia, un juego, mentiras, secretos, pura mierda que intenta solo convertirte en un completo idiota?".  Debí preguntarme esto hace mucho tiempo, debí haberlo hecho antes de arruinarlo.
- Tú no me amas a mí, amas a otra persona, no puedo creer todas las mentiras que me dijiste, todo este tiempo que le decías a otra persona que la amabas y también me lo decías a mí al mismo tiempo.
- Todo fue un maldito juego con esa persona, pero no lo creerás, no importa que mierda diga, se que dudas completamente de mí, lo entiendo, me odio a mí mismo.
- Vete Fredy, todo se acabo.
- Se que todo lo que he hecho hasta ahora ha sido un montón de mierda que te imposibilitan el poder estar conmigo, pero no puedo seguir disculpándome por algo que no puedo cambiar... lo único que puedo hacer es continuar moviéndome, e intentar ser una persona que tú puedas volver a querer.
Salgo, triste, creo que llorare, "¿Que mierda pasa conmigo?"...................... Golpear una planta no haría que todo se solucione, golpear la pared tampoco lo lograra, llorar solo me haría sentir más miserable, "mierda, que miserable me siento".  El alcohol no te hará pensar, "pero lo necesito".
"Como dos ángeles perdidos, nuestras almas se unieron en el mas cálido amor. Pronto algo recóndito comenzó a sucedernos, y es el día de hoy, que mi deseo es que eso sea eterno.  A medida que pasa el tiempo, descubro que cada día te AMO mas... Tu presencia está conmigo, dentro y fuera de mi vida." 
"En la tierra de los comedores de Lotus, caras vemos, personas que conocemos, corazones que rompemos... solo si alguien me lo hubiera dicho.  La mujer que amo intenta continuar sin mí.  Debo solucionar las cosas, por el bien de ella.  Eso lo sé.  El reloj marca las horas, el espacio se ensancha.  La amare sin importar lo que ocurra."

EL GUÍA DE LA DIVINA PROVIDENCIA. Por: Alexander Ferms De Medellín




30 agosto 2003

EL GUÍA DE LA DIVINA PROVIDENCIA
Un hombre caminaba solo desde Antioquía hacia Matusalén y encontró en su camino a otro hombre que estaba descansando bajo la sombra de un árbol gigantesco. El hombre del árbol se atravesó al paso del caminante y dijo:- ¿Hacia dónde vas?, El caminante respondió: - A nadie le interesa saber a dónde voy -, el hombre insistió: -Es un camino muy peligroso, ¿a dónde vas?-, el caminante respondió: - Eso no te interesa, solo voy y solo llegaré -, el hombre resignado dijo:- Al Señor del cielo si le interesa...- y desapareció...
El caminante siguió su curso y no prestó caso a la advertencia de aquel hombre del árbol, sin embargo pensó en la última frase del hombre: “Al Señor del cielo si le interesa...” y de repente volvió hacia atrás, el camino era diferente y el árbol había desaparecido junto con el hombre, el caminante se confundió y desesperado miró hacia todos los lados y dijo: -¿Hacia dónde voy?- ¡Este no es el camino hacia Matusalén!
El caminante se vio impotente, y se imagino muerto en el desierto y devorado por buitres. Se avecinaba una tormenta de arena hacia donde él se encontraba. El hombre se angustió y suplico ayuda del cielo, pero ya era demasiado tarde, la tormenta ya estaba cerca y se lo iba a llevar a su paso. El hombre del árbol vio la angustia verdadera del caminante y le dijo: - No es bueno que pretendas estar solo, déjate guiar - el caminante en principio desconfió, pero luego cayó en razón, pidió perdón al Señor del cielo y respondió la pregunta sin que nadie se la hiciera: - Yo voy hacia Matusalén-
COMPOSICIÓN ORIGINAL - Género: Cuento corto (Escrito Inédito)
Autor: Alexander Ferms De Medellín
AFMcCSSDeM
Página 2
Autor Original
En ese momento, un rayo de luz incandescente se desplegó desde el cielo, apaciguó la tormenta y mostró el camino a aquel hombre angustiado y confundido. Luego el Señor se dirigió hacia él y le dijo:
- No importa a donde vayas, no importa con quien vayas, contigo siempre estaré...
- No importa el camino, ni la distancia, ni el lugar, contigo siempre estaré...
- Si estás solo e indefenso, contigo siempre estaré...
- Dónde quiera que vayas, siempre te acompañaré,.. En las buenas,.. En las malas... contigo siempre estaré,.. Pero si tú no confías en mí, sólo estarás...
Y finalmente el caminante llegó a su destino, y nunca más volvió a desconfiar de Dios y su infinito poder.
FIN.

ALEXANDER FERMS DE MEDELLÍN.

Versión: Español

HONRADEZ. Por: Carlos Mauricio Bedoya Montoya


-¡Dios mío!
-¡Lo que faltaba! Vida hij…
-¡Es una mujer!, por fortuna.
-¡Muy afanado! ¿O qué?
-No, señora. Le ofrezco disculpas por golpearla de esta forma abrupta.
-¡Bruta quién! ¡Ah!
-¡No! Discúlpeme, señora. Bruta, no. Quise decir… bueno, que estoy apenado por haberla golpeado. Tengo que ir a mi oficina y quiero resolver esta situación rápidamente. Mi tiempo es oro, señora.
-¡Y las arepas mías no valen! Las tenía que entregar antes de las siete. Me la pasé toda la noche haciéndolas.
-Pero, aún puede entregarlas. Faltan…
-¡Oigan a éste! Y mientras llegan los del transito y levantan el mapita y hacen el parte, ¡ah!
-¡No! No hay necesidad de eso, señora. Yo tuve la culpa, yo le pago, tranquila. ¿Cierto que podemos arreglar por las buenas?
-¡Hum! Pero el arreglo de este golpe vale mucho. Mire ése hundido tan horrible.
-¿Cuánto puede valer?
-Más o menos… ¡Mire! Llegaron los azules. Y le apuesto que si no fuéramos a arreglar por las buenas no aparecían.
-Pero no hay problema, señora. Podemos arreglar por las buenas. ¿Cierto?
-Sí. Pero entonces hábleles usted.

-¡Buenos, días!
-Buenos días, señores guardias. Sucede que…
-¿Guardias? ¡Si estás oyendo! ¿Nos vio cara del INPEC? ¡Se dice guardas, hombre!
-Por favor discúlpenme, señores guardas. Está claro que yo tuve la culpa. Pero tranquilos, no hay problema, la señora quiere que arreglemos por las buenas. Es más, estoy dispuesto a pagarle un poco más de lo que valga el daño. Pero necesito llegar rápido a la oficina.
-Un momento, espere aquí. Muñoz, ven y te comento algo.
-¿Qué pasa, hombre?
-Muñoz, esto está raro. Un ricachón tan amable y diciendo que va a pagar más de lo que vale el daño, y con tanto desespero por irse, no sé… Llama ya a la central, mientras tanto yo lo entretengo. Mínimo debe llevar alguna cosa rara en el carro o tiene pendientes. Llama rápido, Muñoz. ¡Qué no se nos vuele! Las apariencias engañan.

-¿Pasa algo? Guarda.
-No.
-¿Entonces?
-¡Entonces, que!
-Bueno, ¿Por qué no me permiten que yo arregle con la señora por las buenas? Ella aceptó.
-Lo que pasa es que…
-¡Montoya! Que le pida la cédula y me la trae.
-¡Déme su cédula!
-Sí. Aquí está. Pero…

-Muñoz. Cuando me le acerqué para recibirle la cédula y él me preguntó o me iba a preguntar algo, le sentí un olor como a alcohol en el aliento.
-Bueno, gracias. Que no tiene antecedentes. Por ahí va a ser, Montoya. Revisémosle el aliento a este ricachón.

-¡Oiga! Venga un momento, tiene que soplar aquí, es para la prueba de alcoholemia.
-¿Qué? ¿Alcoholemia? ¿Cómo así?
-No conocemos ese trago que le perfumó la boca, pero alcohol es alcohol y este aparatico nos lo muestra.
-Pero, señores guardas. Es mi bucofaringeo que uso todas las mañanas antes de salir de mi casa.
-¿Si lo oyes?, Muñoz. El trago es raro. ¡Sople!
-¡Esto ya es inaudito! Es un enjuague con sabor a anís, es fuerte, ¡pero no es un licor!
-Entonces haga el cuatro. ¡Rápido, el cuatro! Siguiendo el borde del andén.
-¡No! No voy a hacer ningún cuatro ni ninguna alcoholemia ni nada. Voy a llamar a mi abogado.
-¡Ah caramba! “A mi abogado”.
-Entonces… ni prueba de alcoholemia, ni el cuatro, y amenazando con abogados “propios”.
-¡Y me dijo bruta!
-¡Mentiras, señores guardas! No le he dicho bruta a esta señora.
-¡Ah! Muy bonito. Además aprovechándose de la señora porque la ve indefensa.
-¡Está bien! ¡Está bien! Denme el aparatico y yo soplo.
-Así está mejor.

-Muñoz. No salió muestra de alcohol. Qué raro.
-Entonces que haga el cuatro.
-Pero… si no salió alcohol en la prueba, por qué…
-¡Haga el cuatro!
-Sí. Sí. También lo voy a hacer. Miren.
-Bien. Entonces, arregle con la señora. ¡Ah! Y nada de insultos.
-Que me pague trescientos mil pesos.
-¿Cuánto?
-Usted dijo que me daría un poco más.
-Pero usted ya está abusando. El arreglo no debe costar más de cien mil pesos.
-Bueno, entonces que los guardas levanten el mapita.
-¡Está bien! Está bien. Pero sólo voy a darle doscientos mil pesos. Y es mucho más de lo que cuesta el arreglo.
-Que sean doscientos treinta mil pesos. Porque ya casi son las siete y no alcanzo a llevar las arepas. El señor de la tienda no me las recibe, así que ya perdí la masa y el trabajo.
-Le voy a dar esa cantidad de dinero, pero por favor, déjenme ir.
-Cincuenta, cien, ciento cincuenta, doscientos, doscientos veinte y diez mil más. Bueno, será dejarlo así.

-¡Buenos días, doña Amparo! Llegó temprano con las arepas.
-Claro, don Humberto. Aquí se las traigo para que me reconozca el dinero. Mire esos hongos, y así no me las reciben en la tienda mía.
-Ni más faltaba doña Amparo. Aquí está el dinero. Y tenga los cuatro mil pesos para la gasolina del carro. ¡Ante todo la honradez!
-Así es, don Humberto. Por eso será que nos entendemos tan bien usted y yo.

UNA TARDE… Por: Julián Andrés Díaz Aguirre


Una tarde… hace mucho tiempo, cuando estaba en mi época de estudiante, vi algo que me conmocionó, algo que me dejo intranquilo… fue algo que con solo poner mis ojos en él me provocó. Me insinuaba que cediera a un espectro ensombrecido por la razón, mi cuerpo pedía a gritos que volviera a descubrir el velo para dejar salir a un animal. Por más que luché, no pude detener ese frenesí egoísta del querer que ese “algo” fuera mío, así que no tuve más remedio que seguir mis instintos… la tarde oscura llegó y me decidí.
Corté… descuarticé… mordí… sacié. No deje nada… arranque hasta el último vestigio de vida que debió poseer. Solo quedó el catre en el que reposa el vestido aparente de todo ser.
En este punto supe lo que era quedar satisfecho, lo que era mirar atrás y sonreír, lo que era dar rienda suelta a un desenfreno…  es algo horroroso, lo sé, pero ¿qué puedo hacer?

Después con la evidencia en lo obvio, me puse en la tarea de enterrarlo. Lo hice ahí mismo… no deje huella… nadie me vio, o al menos eso creo.
Al dejar atrás el escenario de tan cruel acto, una alegría inexplicable embriagaba mi entendimiento periférico.  Sentía como las comisuras de mis labios empujaban mis pómulos hasta casi alcanzar cerrar mis ojos… era una sonrisa de lado a lado. Desgraciadamente me había encantado lo que había hecho... no había remordimiento, no había culpa.
Al subir las escalas de mi hogar, abracé a mi mamá, saludé a mi hermano... todo era anestesia para mis sentidos.
Después de 5 minutos, mientras recordaba mirando por la ventana de mi balcón, mi querida madre me preguntó:
-¿Te gusto la que te hice hoy para el almuerzo?
-Mami… en eso estaba pensado… en lo delicioso que fue.



TWO FACES AND THE MOCKING GLASS. Por: Nicolás Gracia Varela


Supongo que soy cada vez más como él. Puedo verlo en mis ojos, en mis cambiantes pupilas llenas de cólera, que con las lunas se muestran más parecidas a las de aquél a quien tanto desprecio.
Quizás sea ese uno de mis mayores miedos. Eso y las páginas en blanco.
De miedo ando lleno estos días. Días tan pálidos y olvidables que me obligan a buscar refugio en un par de viejos, tergiversados y magnificados recuerdos.
Miedo al llanto y a la sonrisa, miedo a la burla, al fracaso, al amor, a la gloria, miedo a respirar. Miedo que se lleva la paz y consigo poco a poco todo lo que creía ser. Miedo que se traduce en nervios y en erráticas conversaciones con aquél que me persigue día tras día.
Siempre expectante, busco libertad. ¿Pero cómo ser libre sin la muerte? ¿Dónde la libertad en mi prisión de carne, de impulsos, de deseos?
No soy más que un esclavo de la vida, de sus reglas, de las mujeres, que prometen misticismo con sus ojos y magia con sus labios, pero son personajes, ficción. Están hechas de la misma carne que yo; el vacío es igual. No todas lo saben.
Soy esclavo de mi arrogancia y del arte que enaltece mi soledad, mi tristeza, mi violencia y las mentiras del amor.
Vivo añorando valentía para cortar las cadenas. Vivo contigo, ser repugnante, horrendo, demonio. Contigo que sobre mis hombros reposas y en el espejo me muestras tu sonrisa llena de perfidia. Contigo que nunca dice palabra alguna y con atención escucha cada uno de mis pensamientos.
Pero pronto todo se detendrá y tras un hermoso instante ni tú ni yo existiremos más, no habrá más preguntas, no habrá más miedo. Mis ojos estarán llenos de muerte. Morirán con el odio con que hoy te hablo, sin que puedan convertirse en los de aquél que me castigó con la vida; con esta gran mentira, con el rojo de la sangre que corre por mis venas, que hoy muta con el negro del veneno, el veneno de la muerte y la libertad. Libertad última.
Quisiera hablarle y que entendiese. Que abriese por vez primera sus infantiles ojos y me viese por lo que soy, que entienda el cariño en mi sonrisa, que no nos quite la vida.
Todo es en vano. Maldigo mi forma y su ira, su estupidez. Maldigo todo lo que lo hace verme como un demonio. Quiero, siempre he querido lo mejor para él. Desde siempre. Siempre amé su música y odié su tristeza y frustración. Su maldita poesía. Eso es, eso fue lo que nos trajo hasta aquí. La verdad fue demasiado, duele demasiado el mundo.
Pero sigue estando ciego, piensa demasiado; es joven y patético. Quisiera hacerlo ver su insignificancia en el universo, quizás así comprenda que no está tan mal vivir, que en las preguntas está el infierno y que el mundo no necesita de ellas.
Pero es demasiado tarde. Demasiado tarde para él y su raza fundada en la renuncia y la cobardía. “No futuro” tatuado en su sangre.
Odio verlos morir, más cuando cuentan tan pocos días sobre su nuca. Cree que así dejaré de existir, que será libertado del influjo perverso de su padre. Cree que es libre y se equivoca. Y aunque es triste la imagen de su rostro descompuesto; la mandíbula desencajada, los ojos fuera de sus órbitas; es más triste aún que tenga que volver a empezar.

INVERSIÓN DE LOS VALORES DE LA LUZ.Por:Gabriel Mauricio García Quintero


¡Lo juro! nunca quise hacerlo, Tanatos es mi testigo. Su muerte apareció ante mí insospechada e inevitable. Todo sucedió muy rápido. Comenzó, si la memoria no me falla, cuando quise hacerme a unas alas. Creo haberlo conseguido porque, si mal no recuerdo, volé tan alto como nunca nadie lo hizo. Construí constelaciones, ejecuté artimañas, jugué a ser dios. Me hice a un laberinto de ensoñaciones integral. Entonces los principios euclidianos articularon todo. En rectas perfectas me desplazaba, en mi morada todo estaba emplazado correctamente, nada estaba por fuera del orden de la estructura. Cuidaba mi mundo con tal empeño que todo cuanto hacía estaba regido por la medida de la recta perfecta y en cuanto hallaba algún objeto que se saliera de la medida, de la medida que yo había estipulado, trataba de expiarlo o erradicarlo de mi entorno. El primer objeto que no tuvo cabida dentro de mi bóveda fue una moneda. Cuando la hallé no sabía dónde emplazarla. Traté de ubicarla en uno de los extremos de la mesa de noche que reposaba ceñida al rincón de mi universo. Sin embargo, note que no importaba la forma en que la acomodara porque siempre iban a sobrar espacios a su alrededor. Todo encajaba, menos la maldita moneda. El circulo que se dibujaba a su alrededor hacía imposible hallarle un lugar perfecto, adecuado. De pronto, por primera vez sentí que debía usar la espada, esa que arcángeles empuñan, para deshacerme del objeto circular. Desde entonces supe que mi universo necesitaba ser purificado. Sin la espada hubiera sido imposible gestar mi hazaña.
Ya armado pude desollar, descuartizar, mutilar, depilar, extirpar, todo aquello que se asomara impuro ante mi clasificación. La espada y yo nos elevamos por los cielos, ejecutamos masacres, combatimos con otros dioses, injuriamos otras nomenclaturas, nos reímos de la barbarie que nos rodeaba y castigamos con la decapitación. Acostumbrábamos fortalecer las murallas de nuestro edificio con ejercicios de purificación. Purgábamos todo cuanto quisiera irrumpir en los confines de nuestro reino. A tal grado llegó nuestra empresa que del desorden que antes lo acaparaba todo no quedo sino su tenue recuerdo. El matrimonio que nos unió había dado sus frutos. Habíamos alcanzado la cima y ya nada podía detenernos. Adentro de nuestra constelación todo era límpido. Cada cosa estaba en su lugar. Las líneas eran perfectas e infranqueables. Me preguntaba cómo había sido posible haber vivido durante largos años en medio del desorden. Pero inmediatamente me reconfortaba haber conseguido con mi espada la construcción de un reino perfecto. Enfrente de mí se distribuían, apilados infinitamente uno a uno, de manera perfecta: libros, cuadros, cajas, mesas, retablos, etc. Pasaba días enteros buscando anomalías en la estructura. Al principio era fácil encontrarlas pero con el tiempo fue cada vez más difícil hallar cualquier tipo de falla. Todo yacía en su lugar. Un día, estando en mi trono, la avaricia me sorprendió. Creí que mi reino podía ser mucho más grande. Debajo del cielo que gobernaba se extendían las tierras impías de las sombras. Decidí descender y conquistar todo aquello que se hallaba debajo de mi constelación. Sabía que no iba a ser fácil conquistar las tierras donde reposan todas las figuras ctónicas que pueblan nuestros miedos. Me armé con mi espada y descendí hasta lo más profundo de mí ser.
El paisaje que se esparcía a lo largo de mis entrañas era caótico. La blancura del cielo de mi reino era canjeado en las profundidades de este lugar por la totalidad del prisma. Todos los colores adornaban las estructuras una a una. Objetos de todas las formas, emplazados arbitrariamente, coexistían en un mismo espacio. Empuñé mi espada pero me fue imposible derrumbar lo que se asomaba ante mis ojos. Desde que había emprendido la construcción de mi reino nunca había sentido el miedo embargándome. De nuevo la inseguridad se adueñaba de mis entrañas, pero esta vez, parecía disfrutar la experiencia. Arriba todo era plano, ordenado, predecible. Abajo en cambio el caos lo gobernaba todo. Decidí subir creyendo ser presa de un dios más fuerte que me invitaba a la profanación. Ascendí rápidamente hasta los confines de mis tierras. No podía creer lo que me estaba pasando. Me senté en mi trono y permanecí allí durante varios días. La angustia me poseyó durante muchos soles y lunas. Durante este tiempo no pude evitar sentir el malestar ascendiendo desde mis vísceras. En ninguna de mis acciones encontraba sosiego. Todo parecía precario. La construcción que antes había levantado junto a mi espada parecía obsoleta. Quise librarme del malestar de todos los modos pero ningún ejercicio surtió efecto. Fue allí, justo en medio de la incomodidad, cuando presa de una revelación decidí descender hasta las profundidades de mí ser una segunda vez. Me lancé al abismo sin ninguna indumentaria. Desde entonces La espada yace, muerta, hierática, al lado del que antes fuera mi trono hasta que otro hombre la empuñe nuevamente y se erija como dios de los cielos. Yo en cambio, desde mi caída, deambulo por las tinieblas de mi ser animado por la infinitud de las sombras y los artificios que me rodean. Para recordar los avatares que me trajeron hasta aquí guardo una moneda en mi bolsillo.   
          

CUENTO-NO SENTÍ NADA.Por:Itzamar Nataly Cuervo Lopez


Viernes 6:00 pm acababa de comenzar mi programa de televisión favorito, llovía fuerte hacia el occidente, lo se por que desde mi empinada casa veo todo el valle, y veía los relámpagos cada minuto o minuto y medio reflejarse en mi ventana; mi vecina Aura tiene por costumbre cerrar las ventanas y tapar los espejos con una toalla para evitar la entrada de los rayos, dice ella, yo por el contrario me disponía a sentarme en mi mueble de sala a ver el final del concurso, porque esa noche se definía todo y de esto dependía si me seguía viendo el programa o no, tal vez sea una afirmación apresurada, pero los concursos de canto me encierran en una crisis contra la realidad y la ficción, la lluvia seguía perturbando la calle y a mi perro que no dejaba de ladrar cada vez que se escuchaba un trueno.
Los viernes les llama mi mamá culturales y le extraña que yo pase uno de ellos en mi casa, por el contrario a mi se me han vuelto de descanso de pasividad constante y a veces hasta olvido que es viernes; decía que me disponía a ver el programa de la noche, aislarme en una nube  televisiva e incluso prestarle atención a las propagandas baratas.
Esta noche no sentí nada más, ni los disparos, ni los gritos de los niños, ni la montaña resbalarse en las casas del oriente, esa noche solo vi como “Elías” el favorito del concurso salía envuelto en un traje azul y me recordaba mi infancia cuando veía a Sandro o Leonardo Fabio en las repeticiones del “Show de las estrellas”, yo no sentí  nada esa noche, ni la muchedumbre correr detrás del herido, ni a mi vecina gritar por los golpes que le propiciaba su marido, yo esa noche estaba absolutamente ocupada en mi mueble, con la mente en la propaganda del refresco, o en la melodía de mi nuevo artista favorito, pero es que si tan sólo hubiese sentido algo, quizá me hubiese parado  de inmediato del sofá y me hubiese aterrado al ver la montaña resbalar sobre la gente y el valle diluirse como en las películas hollywoodenses, las noticias aún no habían empezado, y por supuesto que la más importante sería el triunfo de la selección Colombia, yo no soy fanática al fútbol, sin embargo esa tarde había estado al tanto de los resultados, suele ser una fiebre tan contagiosa.
 Ese viernes yo no vi nada, ni las aves salir despavoridas  del sueño nocturno sobre el árbol de sauco de mi patio, por culpa de los disparos, ni siquiera preste atención a los ladridos continuos de mi perro, acaso “Elías” era más importante. Aura tampoco vio nada, las toallas en sus espejos y las ventanas cerradas con las puertas de madera no le dejaron ver nada, pero ella escucho todo, se alcanzó a aterrar  y sentir en su cuerpo todo el dolor que se pueda soportar, ella no pudo evitar las voces desgarradas en sus oídos y los recuerdos afanados de tan violento momento; ella lo vio todo con su escucha e incluso logró escapar esa noche de la montaña, mientras la tierra resbalaba  entre las casas del oriente de la ciudad, no me pidan que describa de nuevo el viernes porque yo al contrario perdí mi perro, mi casa, mis plantas, de un disparo, de una avalancha y por indiferencia sola y pura indiferencia.

Salí  de narrar la historia en el periódico con las lágrimas en la garganta y ningún ruido en mis oídos por que esa noche yo no sentí nada.   
                   
Itzamar N. Cuervo López
Estudiante Construcción.

DE LA IDEA AL CONOCIMIENTO. Por: David Emilio Cadavid Morales


Les voy a contar una historia, un cuento, acerca del conocimiento.
Resulta que un día nació una idea, ésta, era una idea fantástica, fruto de la más maravillosa imaginación que se expresaba en la mente del ser humano… pero, no era cualquier idea, se trataba de un pensamiento de seres mágicos, que solo habitan en aquellos rincones de los que la mente está dispuesta a crear.
Esta fantasía invadió por completo esa persona, y se sintió tan maravillado que quiso hacer conocer esa historia, muchos oían fascinados sus relatos, no terminaba su expectación, quedaban estáticos mientras se reunían alrededor de la plaza de mercado, ahí, estaba una muchedumbre escuchando a aquél hombre hablar.
No terminó de pasar el tiempo muy rápido y ya este cuento era un virus, se palpaba en el aire, todos creían en él, ellos, hablaban de brujas y demonios, esto era lo que aquel hombre les había contado, era un relato asombroso cuando lo escucharon de él, y así, la gente empezó a imaginar estos seres, ¿cómo eran?, ¿qué características tenían?, ¿eran malos?
Pronto, las personas descubrieron más y más cosas acerca de estas criaturas: unos decían que aparecían en la noche, y si llegaban era la perdición, otros aclamaban su destrucción, ya que representaban el mal, la gente empezó a tenerles miedo y terror, no se permitía que se hablara de ellos o que invocaran su presencia.
Todo pasaba y de repente la gente decía haberlos visto, que se encontraban en muchos lugares, en los bosques, en las montañas, huían en la noche haciendo ruidos extraños, incluso, habían personas que decían  haber sido atacados por estas bestias. Esto era el horror: ¿cómo se podían defender de estos monstruos?
Muchos se reunieron,  y su imaginación ya no era una, era colectiva, ya todos pensaban igual, las brujas y demonios eran la fuente del mal y todos debían luchar contra ellos, niños, adultos, hombres y mujeres aprendían como combatir estos seres, su lucha era constante, nunca persistía, todo por el bien de la comunidad.
Pasaron muchos años y aquel hombre que era un tranquilo ermitaño, regresó a este pequeño poblado, se encontró sorprendido, no hallaba rostros felices, todo era una completa desesperación, caminó hacía la plaza que en un pasado recorrió y no tardó en escuchar un grito que galopaba toda la comarca: ¡BRUJO!
¡Así es!, todos corrieron hacia él, un río de hogueras y un cántico de desprecio lo rodearon en un instante, él, un inocente anciano, no comprendía lo que pasaba, ya que su vida había sido solo meditación, y de repente se encontraba siendo atado de una columna de madera mientras un verdugo encendía su hoguera.
¡Que caprichoso el destino!, había preparado un trágico fin para él, ser asesinado por hombres que creyeron en su idea, que no era más que una fantasía, un hombre tranquilo y solitario que la encontró en los senderos del bosque que había creado, todo era fruto de su fecunda mente, y esta idea terminó con él.
Pero aquí no termina la historia, ya que luego  esta creencia fue confrontada por foráneos que llegaban al pueblo, ¿cómo podían creer en esto?, ¿ustedes perseguían brujas y demonios?, ¿mataron a alguien por ello? Esto se convirtió en un error que nunca debía suceder por eso siempre lo quisieron recordar.
La memoria histórica nació como una idea colectiva de la sociedad, que todos debían conocer: chicos y grandes construyendo un futuro sin cometer los errores del pasado, parecen unas lindas consignas decían todos, llegó alguien y se atrevió a decir: ¡He visto un brujo!, Ridículo, una aplastante mayoría contestaba.
Pero él lo afirmaba y no se retractaba, decía haberlo visto y nadie más. ¡Está loco! Mientras todos se burlaban y entre ellos murmuraban, el ambiente era un fastidio para el incomprendido ser, que estaba seguro de lo que creía, y no le importaba si así se lo negaban y lo retractaban con su forma de pensar, el creía que podía pensar en libertad.
Él decía: yo no quiero matar, yo sé que existen estos monstruos y están escondidos en algún lugar, soy una simple persona que se apasiona por imaginar, y no puedo negar que estas criaturas me asombran y las quiero encontrar, así que no me digan cómo debo pensar, porque yo no los obligo a que crean mi sueño realidad.
Así todos se asombraron y vieron a aquel hombre caminar tranquilo como se alejaba de ese lugar, nerviosos quedaron todos ante tal seguridad, era increíble que no lo convencieran de que todo lo que piensa era banalidad, pero quizás ahí quedó una lección de nunca olvidar, no lo podían obligar a decidir cómo pensar.
Y ahí llegó el conocimiento y nos mostró que toda creencia no es una realidad, que una idea puede ser fecunda y también puede ser fatal, que no podemos creer todo lo que busque el bien de la comunidad, porque allí quizás sí hay un demonio o alguna bruja esperando el momento preciso para atacar.
Que una idea puede ser una verdad pero no debemos imponerla con inmoralidad, porque todos podemos pensar pero nunca lo hacemos con igualdad mientras no choquemos en nuestra libertad siempre encontraremos una amistad, y un pensamiento puede llegar a matar pero no se puede permitir que se llegue a efectuar.
No se puede impedir pensar, cualquier idea es válida para la situación individual, ya que es el mismo ermitaño que la crea solo por fantasear y no se puede matar simplemente por dejar de imaginar, y la comunidad no podrá cazar aquellos demonios y horribles brujas que su fantasía le llevó a pensar. 

ENCUENTRO LEJANO.Por:Juan Pablo Arismendy Morales


Sin hacer el menor ruido, la cápsula aterrizó. Levantó una gran polvareda que opacó la visión por un momento. Hacía 40º C de temperatura. El ojo electrónico inspeccionó el lugar, mirando detalladamente a su alrededor. No lograba detectar nada, solo rocas y una vieja construcción en frente. Parecía una casa. Había cuerdas que iban de un lado a otro atadas a estacas de algún material extraño. Había colgadas a las cuerdas extrañas membranas de un material flexible aunque relativamente resistente. Tales membranas reflejaban algunas frecuencias de onda, por lo que eran percibidas en blanco.

Un artefacto de forma circular en una de las paredes de la edificación tenía inscrito en su interior 12 símbolos; una fibra pequeña señalaba el símbolo 2 y otra más grande señalaba el símbolo 12. Al otro lado del Universo, un ser deducía con su lenguaje telepático: “Eso debe ser alguna especie de máquina que lleva el conteo de la dimensión temporal” – “Pero luce extremadamente primitivo, no creo que tenga la precisión de nuestro Marcador de Agujero Negro” dijo otro.
Una criatura salió de la edificación; parecía una hembra de la especie dominante del planeta. La acompañaba otra criatura, no tan “evolucionada”, mucho más pequeña y cubierta totalmente con finos y cortos filamentos oscuros. Su espina dorsal se prolongaba formando un apéndice o una clase de extremidad sin función aparente. Emitía un sonido grave, casi inaudible, y luego un sonido agudo relativamente armónico. Caminaba y trataba de rozar las extremidades inferiores de la criatura mayor.
“Qué pena por los marcianos, – se lamentaban los seres en sus propias expresiones mentales – debe ser agobiante tener de vecinos a estos organismos”.

La hembra recogía las membranas colgadas y las depositaba en un recipiente grande. Se encontraba a 50 cm. del visor, pero no se percataba de su presencia ni de su cercanía a él. El bicho pequeño sí percibió la presencia e inmediatamente tensó sus extremidades y los filamentos de su lomo se erizaron. La hembra se asustó y dejó caer una membrana humectada con alguna sustancia transparente sobre la nave, obstruyendo la visión del ojo electrónico.
Al otro lado del Universo, horrorizados ante semejante situación, los seres concluían: “Definitivamente hay que exterminarlos, parecen ser muy infecciosos”.

GUERRA DE LETRAS. Por: Ha Z


Cuando la luna se escondió tras las montañas, apareció galopando en su corcel negro, más negro que cualquier caballo que el lector haya visto. De la trama del tiempo se hizo amo para entrar en cualquier momento, era amigo de la araña que la tejía, una mosca insignificante que ahora le hablaba al oído.
Su papel era el de villano, su historia tenía que ser magnífica, a gran velocidad avanzó galopando en el asfalto temporal, yo no lo vi, pero me contaron, no quemó mi aldea pero si la de los antiguos habitantes de algún país que visitaré algún día.
Ese viernes, las campanas de los pueblos vecinos repicaron sin que nadie las tocara, en el horizonte el anaranjado color anunció el nacimiento de una leyenda.  Los aldeanos sintieron en sus huesos la pluma pesada del escritor demiurgo, un escalofrío repentino recorrió los cuerpos despertando un temor en las carnes, cada célula se sintió amenazada, y no era para menos; un otro había despertado, un alguien era consciente y ahora quería jugar, y traía puesta una corona, un sombrero de olivos.
Dicen los que vieron, que mientras dormían, un rayo atravesó sus sienes, los monjes de los monasterios abrieron sus ojos y no meditaron más, el cuento los llamó a actuar, no estaba en peligro la existencia sino la historia misma.
Pronto se supo en todos los rincones de la página, que la personificación del mal había aparecido, alguien había tomado el sendero oscuro y lo había hecho suyo, el camino sin luna ni estrellas venía galopando sobre un corcel invisible. Muchos se hincaron a sus pies, cuentan que cuando llegó a la capital, príncipes y reyes hacían fila para colmarlo de bienes y regalos, llegaron de los 7 puntos no-cardinales para rendirle honores.
Se instaló en el palacio del rey, sus sirvientes eran príncipes, su corona de olivos era la bandera que ondeaba en todas las catedrales. Sus manos eran de carne y hueso, su aliento apestaba a cerdo, como el de todos, su barba era roja, sus cejas castañas y su pelo blanco y largo como una capa. Sus ojos centelleaban, tenía fuego, literalmente fuego ardiendo en sus pupilas. Sus piernas eran delgadas, enfundadas en unos pantalones oscuros y ceñidos que parecían brotar de sus propios huesos. Le ruego al lector que le ponga cara de villano, y una camisa normal de la época en que lea.
Su voz sonaba en los corazones de quienes lo veían, buscaba con afán al enemigo, al bueno del cuento, al príncipe gallardo al que se enfrentaría, al apuesto caballero en un corcel blanco que le haría frente. No encontró al valiente en ningún corazón que miró.  Pero sabía que en algún párrafo aparecería, si es que no se había insinuado ya.
El castillo de la bandera de laurel, se encontraba repleto, la ciudad estaba llena de soldados y cada vez se adivinaban más caballeros en el horizonte, no había ya ninguna casa que ocupar, y las tiendas se alzaban en la planicie por doquier. Los cuernos sonaban y mensajeros iban y venían, trompetas de guerra convocaban a cualquiera que hubiera sentido el llamado del nuevo señor.

Mientras tanto en el monasterio, se buscaba otra pluma para rayar la hoja en blanco, justo después del párrafo anterior. Los monjes afilaban sus lápices, y preparaban sus pinturas, el buda caminaba de nuevo con paso ágil dando órdenes. Pergaminos antiguos se desenrollaron, polvo de antiquísimas historias llenó el modesto lugar al borde de un acantilado. Los ojos miraron, de nuevo se concentraron en esta realidad, las miradas cargadas de fuego de varias moscas parlantes buscaban la forma de parir avispas de papel, bueno, en realidad no muchas, solo una capaz de matar arañas. El buda despertó a varios dioses, invocó a buenos y malos de historias pasadas y futuras, resucitó reyes leales a su voluntad y durmió a aquellos que aún no habían sucumbido al poder del nuevo señor, pero que lo harían. Llegaron hombres santos de todas las regiones del hectaedro, todos débiles y famélicos, cansados y con ganas de volver a ignorar el cuento.
El buda no encontró un ejército digno de oponerse al del nuevo señor, todo lo que tenía era hombres de buena voluntad, y uno que otro malo de una historia en la que se había visto vencido, y algunos buenos vencedores. En realidad, dicen que no se preocupó, se rió cuando uno de los antiguos reyes le mostró la debilidad de su ejército. Dijo su nombre, y el verdadero nombre de cada uno de los presentes en su monasterio, y a cada canto, cada personaje se convirtió en todo un hércules. Ruego al lector que si nunca vio a hércules, o no conoce sus hazañas, se imagine al hombre más fuerte que conozca.
Las campanas sonaron como llamada a la guerra, todos los monasterios con todos sus budas musculosos se juntaron en una sola línea.
El malo del cuento leyó a su oponente en el párrafo anterior. Supo su condición pero no su nombre, y propuso un cambio justo al escritor, reveló su nombre para que fuera escrito, a condición de saber el nombre del santo. El demiurgo le susurró el nombre del santo, es Odishsus. El nombre del malo es Demiapán.
Demiapán nombró a Odishus, y Odishus nombró a Demiapán, ahora ambos se pertenecían y habían entrelazado sus letras para encontrarse en la misma página, al párrafo siguiente.

Cabalgaduras de todas las formas y tamaños, vivas o muertas, pasadas y futuras, salieron del monasterio, volando, reptando, caminando, corriendo, nadando. Mientas que del castillo de la bandera de Laurel, a paso de conquistador se encaminaron los sirvientes de Demiapán. Se acercaron letra por letra, y se encontraron frente a frente en este párrafo, alzaron sus vocales y cantaron guturalmente con sus consonantes para atemorizar al enemigo. Odishus y Demiapán, reservaron un sitio en el centro para encararse, en toda la planicie se veían santos musculosos y reyes malditos odiándose con agua y fuego en sus ojos. Armas multicolores adornaban todo el espacio, la página se llenó de un espeso humo de antorchas y cabezas encendidas. Ojos de todos los lectores se entornaron para entender lo que estaba pasando. El campo de batalla se dibujó ante la vista de todos, como en las mejores batallas en las que el lector haya participado.
En el centro, justo en medio de Odishus y Demiapán, un tablero de ajedrez, con todas sus fichas bien puestas, pero un poco diferente al que el lector normal puede conocer; con sus siete lados y sus 777 casillas, y sus 333 piezas, alineadas y listas para jugarse la vida.
Las miradas de fuego del buda y el nuevo señor se concentraron en el tablero, las letras fueron y vinieron, los minutos pasaron, el tiempo se consumió ante la vista de cualquiera que lea. De repente el grito final, Demiapán recitó el alfabeto completo mientras se hacía mosca en el matamoscas, aplastada junto al rey de su parte que cayó a manos de la dama del buda. La avispa había picado a la araña. Los monjes tenían los huevos listos. ¡La araña ha muerto, viva la araña! gritaron todos los que se encontraron en estas líneas.
El demiurgo ha contado otra historia. El lector la ha leído. El escritor no tiene ni idea de qué acaba de pasar.

FIN DEL ENGAÑO.Por: Oscar Javier Zapata Hincapié


Todo salió como lo pensé. No vieron el ímpetu cuchillo, ni el brillo helado del filo que atravesó su pecho, ni el pulso de su pánico le ayudo para gritar. Ya la primera gota de sangre manchaba de rojo fúnebre su blanca piel, sus músculos excitantes se contraían en el que iba hacer su último orgasmo de sangre hirviente y de tétrico espanto.

 

Había comenzado a sospechar de sus engaños a través de las inusuales y esporádicas llamadas y salidas en horas en las que ella nunca frecuentaba hacerlo. Testigos oportunos y otros insolentes, me daban afirmaciones verídicas de encuentros que no sólo tenían un carácter amistoso. Esto me comenzó a generar una ira insoportable que salpicaba cualquier momento de tranquilidad, todo reproche que le hacía finalizaba con fuertes discusiones en las cuales fui el culpable por los excesivos celos que me daban; y saber que no eran solo celos, era también una realidad escondida, secreta, pues realizaba mórbidos encuentros cuando me encontraba ocupado en oficios, el tiempo para estar con ella era mínimo, confiaba en darle todo el amor que creía merecer y ahí estaba su respuesta, su gran infidelidad que aún me cuesta creer. Hubo un momento en el que pensaba que toda palabra en contra o en defensa ajena a la de ella era pura envidia, pues no quería dejarla, me hacia falta tenerla, sentir el choque seductor de su piel, describirle con la expresión húmeda de mis labios el magno amor que mí corazón albergaba. Y decidí abrir la puerta, no se percató de cerrar bien la de la alcoba, y todo empezó con un fuerte abrazo seguido de deslices labiales por todo su cuello, como yo lo quería; luego se desnuda, la luz de las velas reflejaban los cuerpos al ritmo del sexo contra la pared, la excitación era mayor cuando entró profundo, lacerando piel y músculo, evaporando las últimas energías, perdiendo resistencia, donde el sudor y el semen desaparecían y el único líquido que le fluía era la sangre que derramaba por todo su pecho mientras agonizaba abrazada a él.

LA VENTANA.Por: Juan David Sanz Ramírez


Mientras jugaba en la habitación de mi madre, el viento de la noche se colaba por la ventana y movía las cortinas suavemente.
Cuando con mi moto iba a varios kilómetros por hora en la imaginación, en la esquina retumbaron las descargas de una pistola rasgando así la tranquilidad de la noche y distorsionando la carrera sin fin.
Como otras tantas veces, esto no fue seguido por el ladrar del perro de la vecina, sino por las lamentaciones de un hombre: ¡Ayúdenme! ¡Ayúdenme!
Con la moto en un rincón, me asomé a la ventana y vi un muchacho que caminaba desesperado con las manos en el rostro tratando de contener el manar apresurado de su sangre. Sin poder ver, un muro lo vio caer y veló su dolor hasta el fin.
De pronto, unos brazos delicados, pero con la fuerza que les da el afán de protección, tomaron mi cuerpo. Un ventanazo, marco el fin de la noche.

LA VISIÓN BEATÍFICA.Por:Juan Gonzalo Ardila Marín


Dedicado a: Pedro Arturo Estrada, mi vate amigo.
Ayer Orestes caminaba tranquilo hacia su puesto de trabajo, llegaría temprano al turno que debía empezar a las 6:00 p.m., pero ya era cultura institucional, no formal, llegar desde las 5:30 p.m. para recibir el puesto con calma y serenidad, aun así, Orestes veía que llegaría a las 5:15 p.m. pero no se preocupaba para nada. Para muchas personas resulta preocupante que la opinión de sus colegas de trabajo se oriente a señalarlos como “gente que trabaja mucho”, pues los incurriría en el riesgo de la exclusión de ciertos círculos sociales informales que nacen en medio de la formalidad laboral, y que, como resalto yo, son de gran importancia para ellos. Fulgrido es un hombre diferente, las canas hablan de su experiencia de vida y le merecen el respeto de sus colegas, cuando vio venir a Orestes tan temprano se emocionó al sentir la posibilidad de salir 10, o tal vez 15, minutos más temprano, crucial para él, pues de estos escasos minutos podía depender la congestión impertinente que se forma en su medio de transporte público habitual y en el inoportuno embotellamiento del tráfico, a tal punto, que esos escasos minutos pueden hacer de su viaje a casa una cuestión de 35 minutos o de 1 hora y 15 minutos, como generalmente le pasa. Fulgrido no pudo ocultar la emoción que sintió y saludo a Orestes con un fuerte estrechón de mano y una marcada sonrisa, fue tan evidente que el mismo Orestes entendió su llegada tan temprano como el motivo de aquella conducta. El trabajo en vigilancia es uno de los más trascendentales y menos apreciados que se desarrollan en las organizaciones, para quienes lo ejecutan es una fuente de continuas e interesantes aventuras, Orestes no creyó nunca que este día, que para él había empezado tan bien (despachando contento al viejo Fulgrido, cuya opinión es tan valorada entre los colegas) traería oculta una profunda enseñanza.
Serían las 10:15 p.m. cuando Orestes sintió el primer golpe de sueño. Ese micro-sueño que nos indica que debemos cambiar de posición o hacer alguna actividad que implique movimiento o atención, de tal manera que aquello, que en condiciones normales debiera transformarse en un placentero descanso, desaparezca sin dejar rastro. Orestes se levantó rápidamente de su silla, tomó el radio con la mano buscando sintonizar una emisora más movida, y al levantar de nuevo la mirada… la vio allí. En palabras del mismo Orestes, fue una “visión beatífica”, no supo de dónde apareció, ni cuánto tiempo llevaría allí, parada frente a la ventana, cargando a la pequeña criatura en sus brazos. – ¡Qué necesita! –, fueron las palabras que, en medio de su asombro, Orestes escogió para iniciar la conversación. Orestes asegura que era la mujer más hermosa que jamás había visto y que la bebe era evidentemente suya por compartir su belleza, cuenta como, con voz suave y melodiosa, le contó la tragedia que estaba viviendo y supo solicitar de su colaboración; el asunto fue algo así: La joven era empleada de servicio en una residencia del conjunto Miramar, el que queda dos manzanas arriba, al fondo de la cuadra; la novia del patrón hervía en ira por su presencia en la casa, desconociendo que, aunque el patrón acosaba descaradamente a la joven, ella nunca se habría involucrado, ni lo haría, con este patrón, ni con ningún otro… porque ella, aunque pobre, fue formada en los valores cristianos. Finalizando la tarde llegó la novia con gadejo y se la montó al patrón, según cuenta Orestes que dijo la chica, y en medio de la discusión quedo involucrada la pobre joven, la novia acusó al patrón de perro infiel, él acuso a la joven de seductora vil, la joven se defendió describiendo el acoso al que se veía sometida después de la partida de la novia cada noche, y el patrón la echó por mentirosa, – ¡Se larga ahora mismo! –, fue la frase que empleó, según Orestes. Fue inevitable el llanto en medio de la historia, Orestes salió de la cabina de la portería llevándole a la joven un vaso con té helado que Fulgrido había dejado en la nevera, al ver como aquel vestido liviano marcaba las formas de su cuerpo, Orestes comprendió el acoso y los celos que marcaban la historia de aquella mujer, sintió lastima y deseo al mismo tiempo. De la pequeña maleta que tenía a sus pies, la joven sacó un anillo y Orestes continúa la historia diciendo que afirmó: – Vea, yo sabía dónde estaba la joya, porque como yo hacía el aseo… no es un diamante, es un zircón, pero el anillo si es de oro, era para la novia, el patrón se va a casar, este anillo no cuesta menos de seiscientos mil, en cualquier prendería le darían no menos de trescientos mil por él. Yo no vine a pedirle limosna, yo sé que usted es nuevo, el viejito es el que me vende la gaseosa cuando el patrón manda, deme lo que sea por el anillo que lo único que yo quiero es irme para mi pueblo, a las 11:00p.m. sale el último bus, necesito coger un taxi hasta la terminal y lo alcanzo, no tengo un peso, ni tengo donde pasar la noche, mire a la bebe…–.
Orestes no tenía un peso, compartía la preocupación de aquella joven, no vio problema en tomar prestados cincuenta mil pesos del dinero que debían manejar por vender artículos varios en la portería, sabía que era un buen negocio pues la mujer debía quedar satisfecha pues le alcanzaba para el taxi, el pasaje y algo de comer en el viaje para ella y su bebe, y a él, yéndole mal, podría pagar el prestado y le quedarían doscientos mil pesos. Cuenta Orestes que despacho a la chica con un abrazo que le dejo gran emoción, un casi beso y un teléfono para cuando estuviera por esos lares pagarle los favores, la vio irse y no volvió a ser golpeado por el sueño esa noche, aun así estuvo distraído porque no dejaba de recordar la joven tan hermosa y de hacer planes con sus nuevos ingresos, estaba seguro que podría volársele a su esposa el fin de semana de descanso para visitar aquella chica en aquel pueblo.
A las 5:30 a.m. llegó Fulgrido, traía el buen semblante de hombre que llegó temprano a casa y pudo descansar como es merecido, Orestes lo recibió con el relato y Fulgrido cambió la cara, se limitó a decirle: – No pierda el tiempo yendo a prenderías, mejor descanse, y ni se le ocurra aparecerse por a acá, en la noche, sin la plata. Son las 5:00 p.m. acabo de despedirme de Orestes, vino temprano, dijo que no había descansado bien, me contó todo y me contó cómo se burlaron de él en las dos prenderías a las que fue con el anillo, ya le preste los cincuenta mil pesos, se fue porque ya va a llegar un poco tarde, tienen la costumbre de llegar a las 5:30 p.m. Me dijo que en quincena me pagaba, y que el fin de semana de descanso lo pasará en casa con su amada esposa, quien está portando un anillo de visión beatífica.
FIN.

DE (GUSTANDO) “LA NADA” El pobre. Por: Diana Gutiérrez


Así se va degradando su historia; mira hacia adelante, hacia atrás, a sus costados; repite una y otra vez el mismo proceso; siempre acelerando los movimientos, provocando ese efecto centrifugo que va expulsando paulatinamente sus partes; quedando en la nada; generando vacíos de tiempo que irrumpen en su realidad.
Se detiene un segundo y enloquece con el silencio de la lentitud; ya se siente incapaz de dejar de ser veloz; ya su cuerpo gime y aclama por el ruido de la continuación desmedida. Se sumerge en la posibilidad del infinito; construyendo, sin darse cuenta, pero deleitosamente, su propia destrucción.
Vive con tanta intensidad su juventud que en ella reclama los días de su futuro; quebrantando la línea de memoria y destino; malgastando (o degustando) los acontecimientos que le hacen vivir; acelerando su muerte, pero prolongando su existencia.
Sintetiza la elocuencia de sus días y sonríe y grita que su mañana desaparece, y a sus espaldas susurran: POBRE, cree así librarse de la inconformidad que ve en su espacio; POBRE, está creando la inmortalidad de una historia que devasta el devenir y extermina su verdadera esencia humana...POBRE.

“EL MAR SE LA HA IDO COMIENDO…”.Por: Carlos Alejandro Henao Vargas


Es viernes del mes de junio en la ciudad de Medellín,  la familia Henao había planeado el viaje desde el año pasado pues el eje cafetero les había parecido un poco frio en las vacaciones anteriores, esta vez decidieron ir al mar…a las playas de Bocagrande  en Cartagena; compraron la excursión en uno de esos anuncios que pegan en los postes del alumbrado público de la ciudad.
La única preocupación que podía pasar por la mente de Don Carlos, el papá de la familia, era que todo iba a estar más costoso, pues en temporada alta las zonas turísticas suben los precios de todos los productos con ganas de hacerse su “Agosto en Junio”, como lo afirmaban los compañeros de trabajo de Don Carlos; aun así, la motivación que tenía era la de ver la sonrisa su pequeño hijo Alejandro al sentir la arena de la playa, las olas llegando a sus pies y sus ojos brillando con el resplandor del sol. El viaje duraría 12 horas por tierra si les iba bien, 14 0 16 en caso de que el bus se vare, como suele suceder en los paseos,  así que planearon salir en el bus de las 10 de la noche para dormir en el camino  y llegar a las 10 de la mañana a la ciudad amurallada. Todo estaba planeado, los pasajes del bus, los taxis, las maletas, el bloqueador solar, los sombreros de sol, el traje de baño, el Hotel y los recorridos en la ciudad de destino….todo lo que podían manejar estaba bajo absoluto control….excepto lo que no dependía de ellos….la naturaleza…sin saber lo que les esperaba salieron de la ciudad de Medellín con otras 50 personas cargadas con los mismas ilusiones.
Como todos los Días, Maximiliano, o el “el viejo máximo” como se hace conocer de los turistas, sale de su casa ubicada en el barrio pie de la popa en Cartagena, a las 6 de la mañana; se pone su pantaloneta, su camiseta amarilla del real Cartagena, pero en versión basquetbolista sin mangas, sus “chancletas” y su orgullo de ser oriundo de Barú. Al llegar a la playa se dirige al Kiosco de la seño Carmen a sacar sus carpas azules y rojas, que albergaran a los turistas y los protegerán del sol durante su estadía en la playa. Uno a uno va midiendo los cuatro pasos alargados que ocupa cada una de sus carpas y va desenterrado los ganchos de los amarres, cubiertos por la arena movida por el viento durante la solitaria noche, el sabe que de ellas viene su sustento. Cada  carpa cuesta “10 barritas”, como suele decirlo con sonrisa jovial, sabor costeño y los brazos abiertos. Por solo diez mil pesos el turista disfrutara de la sombra en la playa, y de un servicio que solo puede brindarle un Hombre de Cartagena, pero si se es negociante como el paisa de Don Carlos, posiblemente obtendrá un mejor precio. Maximiliano ha sido toda la vida del mar, ha crecido atendiendo los turistas que llegan de todas las partes del mundo, y como todo Baruense, le tiene el respeto al mar…..ese respeto que solo se le tiene a las cosas que no podemos controlar… Maximiliano ha visto como desde hace varios meses, ese mar que ve todos los días, se está comiendo su playa. Hace algunos meses se demoraba dos horas instalando 40 carpas y movilizando en promedio 100 sillas, ahora solo puede instalar 10 carpas, mover 20 sillas y dejar las otras enrolladas en una esquina del kiosko a la espera de que el mar le devuelva su playa…..
Son las 10 de la mañana del sábado, Don Carlos, su señora y su pequeño Hijo, por fin han llegado a Cartagena, gracias a Dios en este paseo no se les varó el bus, están a la espera que les asignen la habitación en el Hotel donde se alojaran por las próximas 2 noches. Esperan con paciencia su turno mientras varios venteros ofrecen manillas hechas de concha de caracol, costras pintadas con letreros que rezan “Recuerdo de Cartagena de Indias”, agua en bolsa y en botella, cervezas enlatadas, otros cuantos cantan “lagafalagafalagafalagafalagafa y  el resto vende todo tipo de souvenir que podría comprar un turista promedio colombiano, en un lenguaje que es poco entendible a primera impresión. La hora por fin llega, los tres se ingresan al hotel bajo un sol abrazador y una temperatura que alcanza los 36 grados centígrados. Don Carlos que venía de viajar en un bus con aire acondicionado, sintió el traslado hasta su habitación en el hotel, mucho más largo que el viaje de Medellín a Cartagena, pues su cuerpo estaba envuelto en un solo supor, solo se reconfortaba con saber que pronto, el y su familia disfrutarían del mar, de la brisa y de las playas de Cartagena.
A Maximiliano le preguntan los turistas constantemente  “que le paso a la playa, si el año pasado que vinimos era más grande?....” las únicas palabras que puede decir son: “aja mi hemanito… el ma se la ha ido comiendo”…
Después de un baño refrescante en el Hotel, y de buscar las ropas más adecuadas para el duro clima de Cartagena, Dona Oneida, la esposa de Don Carlos empaca con cuidado cada uno de los utensilios que llevara a la playa, una toalla de 2 metros de largo por 1 metro de ancho, estampada con dibujos alusivos al mar y comprada en los almacenes del famoso “hueco’ en el centro de Medellín, un sobrero para el sol diseñado por alguna mujer de aguadas caldas, un bloqueador con filtros solares, una pañoleta, un peine, un cambio de ropa para Alejandro, y una camiseta de más para don Carlos….  por fin ha llegado el momento de conocer y disfrutar del mar.
Después de 20 minutos de una larga caminada desde el hotel hasta la playa, que bajo el sol de Cartagena pueden parecer horas (en esa ciudad hasta los lugareños toman taxi con aire acondicionado en lugar de caminar 5 cuadras¡¡¡) están ahí….frente a una hilera de carpas rojas y azules que cubren la vista al mar, y lo único que puede ver el pequeño hijo de Don Carlos es un tipo grande, moreno brillante, con camiseta amarilla y sonrisa blanca, seguido de 5 morenos más  que se abalanzan sobre ellos diciendo “aja paisita, una carpa?”  Don Carlos que venía advertido inicia un proceso de negociación en precios, los cuales para ese día estaban altísimos, solo por ser sábado…El viejo máximo, que sabía que solo le quedaban dos carpas decidió dejársela al mejor precio, para ganar su noveno cliente de la mañana, y dijo: “ compa yo te la dejo en 8 barritas ya!... propuesta que fue aceptada sin vacilaciones.
Los 4 se dirigieron hacia la playa como en un fila india, primero Máximo, segundo el niño, tercero dona Oneida que no le quitaba la mirada a su pequeño y cuarto Don Carlos, que se quejaba del calor que hacía y solo quería disfrutar de una cerveza fría.
Al llegar a la carpa los tres se quedaron atónitos al ver la grandeza del mar, la inmensidad de las olas, el brillo del agua…. Y la falta de arena. Don Carlos, como muchos turistas le pregunto a su nuevo compadre : que le paso a la playa? Y lo único que pudo decir Maximiliano fue:”el mar se la ha ido comiendo…”.
Ahora bien: cómo explicarle a un obrero promedio de la ciudad de Medellín la falta de arena en una playa?, como decirle a un pequeño niño que no hay arena para hacer un castillo en la playa?, como decirle a una Madre que no puede enterrarse en la playa como le recomendaron las amigas que ya habían estado en la playa hace muchos años  porque no hay arena? Como explicarle a una persona como Máximo la razón por la cual no tiene espacio para ubicar las carpas y las sillas que atenderán a los turistas? Como explicarle a la seño Carmen, que su trabajador no puede vender lo mismo que vendía antes, porque solo hay 10 carpas?, como decirle a un turista extranjero que la playa que antes medía 50 metros, y que albergaba 100 personas, ahora solo mide 1 metro?
A pesar de ello….Alejandro disfrutó de su poca arena, del mar, de la brisa, del sol, de Cartagena, Doña Oneida logró un bronceado canela y un peinado de trenzas con puntas de  aluminio, Don Carlos refrescó su garganta con 8 o 3 cervezas frías…y el viejo máximo llevó como todos los días las ganancias de su trabajo a su casa.
El recuerdo de la familia fue bonito, máximo siguió trabajando…pero será que Alejandro podrá transmitir lo mismo a sus hijos? Será que existirá playa para entonces?... El fin de este cuento está en tus manos.
CARLOS ALEJANDRO HENAO VARGAS
2013