Era el año 1887, una joven promesa del violín se desplazaba
a toda prisa por las solitarias calles nocturnas de Hamburgo, los ensayos
tardaron más de lo esperado pero valieron la pena ya casi estaba terminada su
obra, la partitura de la melodía que lo llevaría a la gloria se encontraba a
salvo guardada en uno de sus bolsillos, lamentablemente… él nunca llegaría a
oírla, a la mañana siguiente su cuerpo sin vida apareció en un lugar cerca del
río Elba, junto a él estaba el vacío estuche ensangrentado de su violín y nadie
más, salvo él mismo, hubiese notado que también faltaba la partitura incompleta
de la que hubiese sido su Magnum Opus. No
muy lejos de aquel lugar, un misterioso joven de cabello castaño y ojos oscuros
observaba la situación, y en su mano derecha apretaba con fuerza una partitura
salpicada de sangre.
Nunca se supo quién lo hizo, algunos rumores señalaban un
asunto amoroso como el responsable de la tragedia pero nunca nada fue confirmado, poco a poco su recuerdo
se fue perdiendo en el olvido y nadie volvió a mencionar al joven violinista asesinado.
Tiempo después, casi de la nada y con la misma presteza
con la cual había sido olvidado el asesinato a orillas del Elba, apareció, entre
los más altos círculos sociales, una nueva promesa del violín, sumamente
talentoso y atractivo; hacía que muchas de las doncellas suspirasen por él,
aunque… su música era enigmática y melancólica.
Por esa misma época, comenzó a circular el rumor que un
asesino en serie rondaba las calles de Hamburgo; al parecer el violinista que
había muerto hacía unos meses había sido la punta del iceberg, se habían
encontrado ya, en el mismo lugar, otros dos jóvenes asesinados, en días
separados pero circunstancias similares; aunque más crueles y sangrientas que
las del primer cadáver. Podían relacionarse entre sí los tres cadáveres, se
conocían, y dos de ellos eran músicos; aunque la policía no había podido
establecer el por qué de dichas muertes.
Y a medida que los asesinatos sucedían, el misterioso
violinista cobraba más fama, sus canciones representaban el miedo y oscuridad
que azotaba Hamburgo por esa época, por tal motivo era amado y odiado por
igual.
Amelia era una joven preciosa, muchos hombres caían
rendidos a sus pies con sólo verla, “La flor más bella del ejido” solían
decirle muchos, no obstante nadie estaba cerca de tocar su corazón, alguien una
vez lo estuvo pero su prematura muerte acabó con sus ilusiones; no creyó volverse
a enamorar, no lo veía posible hasta el día que asistió al concierto de aquel
muchacho, sus tristes melodías le llegaron al alma, había algo inquietante y
atrayente en aquel chico; desde ese día, el joven nunca más volvió a verse
solo; aunque su temperamento taciturno y frío no cambio en lo absoluto.
Los asesinatos seguían ocurriendo, en total ya iban cinco,
nadie se sentía seguro y no podían establecer un porqué, al menos, no alguien
que se atreviese a hablar de ello…
Lorenzo tenía miedo, sabía que era el próximo; la
pregunta era, quién lo hacía; el porqué lo tenía muy claro, pero no recordaba
haber dejado cabos sueltos, debía huir antes de que fuese demasiado tarde, lo
haría esa noche, después del concierto partiría lejos y nadie más lo volvería a
ver…
La gran noche había llegado, el joven presentaría su Magnum Opus ante la sociedad, la obra
más sublime y majestuosa que jamás se hubiese escrito vería la luz aquella
noche. Todo estaba saliendo a pedir de boca; el público lo aclamaba, amaba la
obra y amaba al violinista, todos estaban extasiados salvo dos personas, sólo
dos de los presentes podrían reconocer aquella pieza; Amelia lo miraba con
incredulidad, ¿Por qué estaba tocando él aquella obra? ¿Cómo podía haberla
terminado cuando casi nadie la había conocido?... Lorenzo por su parte estaba
temblando, ¡era él!, era el heraldo de la muerte que le arrebataría su vida,
debía escapar; huir de ahí mientras le era posible, no obstante algo se lo
impedía; la gélida mirada del violinista lo atravesaba y le impedía moverse,
algo oscuro se dibujaba en ella, pronto llegaría su final.
La función terminó, y ante los ojos de un asombrado
público el violinista dejó rápidamente el escenario; si no lo hacía su presa
escaparía.
La respiración de Lorenzo era débil, se sentía sin aire y
sentía que por más que corriese no avanzaba mucho; poco a poco y como si fuese
un capricho del destino llegó a aquel lugar; el lugar donde hacía ya varios
meses ayudado por otros cuatro, ya que su cobardía no se lo permitía hacer
sólo, le habían arrebatado la vida al que había sido su mejor amigo; ahora esos
cuatro estaban muertos y él pronto compartiría su destino - ¡¿Quién eres, qué
quieres de mi?!- el tono de pánico en su
voz era perfectamente reconocible; no quería morir, aunque ya era tarde para
desearlo, en esos momentos sus minutos estaban contados.
No podía verlo, pero Lorenzo sabía que él estaba ahí,
entre las sombras, observándolo, deleitándose con su miedo; -¡Puedes quedarte
con Amelia, es tuya, te la sedo!- Una estruendosa carcajada resonó de entre las
sombras, -Ella ya no me importa, ya no soy el que antes fui, ahora sólo deseo
venganza, ¡Quiero vengarme por Él, por lo que le hicisteis…! ¡Es lo único que
deseo, es lo que Él desea y es el por qué de mi existencia!- Esto fue lo último
que Lorenzo escuchó, luego vino un intenso dolor y un penetrante olor a sangre
invadió su nariz, lo sentía a su lado, atacándolo una y otra vez y no se apartó
de ahí hasta que Lorenzo hubo abandonado este mundo.
Algo se movió en la penumbra, ella lo había visto todo
pero no lo entendía, ¿Qué había sucedido?; el joven se acercó a Amelia
lentamente, sus miradas se cruzaron y sus rostros estaban tan cerca que
pudieron haberse besado, quizá por un momento ella pensó que él lo haría;
luego, un punzante y fugaz dolor se apoderó de su corazón y con su último
aliento profirió un “¿Por qué?”. -Es simple, tú también lo mantienes atado;
mientras tú vivas Él querrá estar contigo y no podrá descansar, yo no podré
estar en paz, quiero ser lo que era antes…-
A la mañana siguiente se hallaron dos cuerpos en un lugar
cercano al río Elba, dos jóvenes apuñalados yacían sin vida en medio de un
charco de sangre que no se había secado del todo debido a la humedad de la
noche, junto a ellos estaba el desaparecido violín que antes le había pertenecido
a aquel artista asesinado; y cuando lo examinaron pudieron notar que algo
faltaba, su alma había desaparecido. Era todo lo que quedaba de aquel muchacho,
un triste recuerdo y un violín sin alma*.
Nadie nunca supo lo que sucedió; los asesinatos cesaron y
Hamburgo volvió a la calma de siempre, el nuevo prodigio del violín desapareció
misteriosamente, nadie lo volvió a ver, en realidad nadie supo que él nunca
existió, no era más que el alma en pena de aquel violinista asesinado que tomó
forma humana valiéndose de su violín para cobrar venganza y acabar con todo
aquello que lo ataba a ese mundo.
*NA: “Un violín
sin alma” no se refiere a una metáfora; se refiere a un elemento, el alma del
violín, sin el cual este no suena correctamente.
muy bueno
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