Philip comienza a ver el entramado de montañas, mientras se cruza un vago
recuerdo por su cabeza –como cuando quedamos con los ojos fijos y nos vamos de este mundo-. Es ella. Su antiguo amor, que de vez en cuando revolotea en su cabeza.
De nuevo, a través de la
ventanilla del avión se puede ver la ciudad que abre sus piernas, una ciudad
metida como a la fuerza entre esas
montañas.”
“Welcome to
medellin srs pasajeros…”
a Philip le salta el corazón, o más bien tiene una corazonada, su estomago se estremece un poco. Busca
dinero, viene por dinero, es un bissnessman.
Atardece. ¨… y las ferias de las
flores prendida…¨, suena ahora en la
radio del taxi que lo lleva en por la ciudad. “…
welcome to Medellín…” resuena en su
cabeza.
Acelerado, ansioso, Philip sonríe entre dientes, se emociona al comenzar entrever de cerca la ciudad. Solo será una noche,
firmara mañana los papeles y a esta misma hora espera partir. Un trago, piensa,
calmara esta ansiedad de adicto que lo asalta. Un trago y a dormir. Un trago en
alguna zona rosa en la ciudad de las rosas.
– buenas noches, un trago doble por
favor. Comenta en su español claro,
pero que delata al instante que viene del otro lado del charco.
Él de pie, espera tomar su trago e irse.
-Buenas noches,
tome asiento por favor.¿ Un brandy?
-
aaa ok, está bien.
Se sienta y comprende ahora su estremecido estomago y su
acelerado corazón.
Es ella.
En estas tierras, en otras pieles, el
parecido lo inquieta enormemente y ahora piensa que esta noche no será de solo un
trago.
Ella, ansiosa, toma uno que otro
trago para manejar la indisposición placentera que le produce el extranjero de
mirada penetrante.
Él en
la barra, ella, detrás atendiendo.
Los cuerpos se jalan.
Él puede sentir como el cuerpo de Milena exuda
y su olor mezclado con el del licor es
una ponzoña perfecta para evocar su viejo amor.
Al fin, hablan. Se
miran fijamente y hablan.
Beben. Ríen
maliciosamente.
A sus 37 años, hombre de viajes y de
negocios su español solo es de pulir a lima.
A ella, la atraviesa una duda enorme desde el estomago a la garganta, no
quiere creerlo, está frente al hombre de
sus sueños – pero nunca ha creído en
príncipes azules- y ahora se pregunta
por esa empatía que la embriaga, como estar de momento tan entusiasmada; sus ojos sonríen y no es por el licor.
Claudia es una hermosa flor común de
estas tierras en estas ferias, con encantos a flor de piel, para él, una orquídea abierta a pleno sol.
No lo piensan.
Ella, cree cada vez más que él, es
ÉL. Y él, cree que ella cada vez más se
convierte en ELLA. La noche es fuego, en el ambiente cálido y constante de esta
ciudad a 23 grados eternos.
El hotel para dos. Los cuerpos se complementan. Las ilusiones
embriagan su cabeza.
Philip ha prometido regresar al café en la noche.
Milena lo espera preñada, lleva ahora un sueño dentro sí.
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