Este no era un día de esos sin pena ni
gloria, de flores a blanco y negro, de los que se borran casi por completo de
la memoria después de unas noches.
Tenía clase en el colegio, allá donde unos
buscaban un cartón con su nombre en bonitas letras para jactarse de talentosos
con sus amigos y familiares, pero también donde otros iban con ánimos de
entender el mundo, de aprender; y donde yo era un punto intermedio. No solía
llegar tarde a ninguna parte, a menos que causas de fuerza mayor me lo
impidieran, como cuando tenía discusiones con el sol, o con las moscas y a
veces con la gente. Generalmente las solucionaba todas con engaños, diciendo:
“-Usted tiene toda la razón”.
Pero ese miércoles llegué mas tarde de lo
normal, y el salón estaba lleno, sólo quedaba un asiento justo al lado del
escritorio del profesor, (que aun no había llegado), donde la visibilidad del
tablero era casi nula; me senté y di una mirada
al grupo, todos estaban en su mundo, y allá estaba ella. Yo saco mi lápiz
y mi libro de apuntes y rasgo una hoja de papel que está medio arrugada, y la
empiezo a dibujar, desde mi esquina, desde mi silla desajustada; a esta
distancia sus ojos miel son oscuros, sus leves imperfecciones se perfeccionan,
pero ella tiene la mirada atenta y fija en el tipo que está a su lado; tal como
la tuvo en mis ojos la noche de la fiesta hace cuatro días y de nuevo lo
soluciono con engaños, la dibujo mirándome, me la robo, me apropio de su
cuerpo, la duplico con mi lápiz en el papel roto, y la miro, ahora de cerca y
en mis manos, y trato de sentirla, pero es inútil, y solo la contemplo; En
medio de la concentración alguien está encima de mi puesto, es el profesor que
entró como un fantasma para invadir mi privacidad, tiene la cara desganada, su
aspecto es moribundo, Me pide que le enseñe las notas y yo me asusto, porque en
la clase pasada no copié una sola palabra. Yo tomo la hoja y la arrugo completamente
en mi puño, porque tenía que asesinar a esa hermosa mujer que solamente existía
en mi mente, ya tiene su destino escrito y es estar en la papelera, y le tiendo
gentilmente los garabatos más recientes que tenía, de hace dos clases, El da un
suspiro , piensa en nada y en todo, sus ojos se pierden en la nada de la blanca
pared del costado del salón varios minutos, revive, y empieza a dictar la
clase, repite exactamente la clase pasada, casi con los mismo movimientos de acá
para allá dentro del salón; y nadie lo corrige porque a nadie le importa y a mí
me incomoda un poco, me siento en una sucia jugada del universo, o del destino
o del presente que me llevaba a un tiempo pasado, y luego me siento poderoso,
porque puedo predecir el futuro, y me engaño de nuevo , imaginando que mañana
estaré con ella en la fiesta, mirándonos de cerca, sitiándonos la respiración.
Se termina la clase, igual que la anterior y salimos al recreo en manada,
desesperados y hambrientos.
En el enorme patio del colegio me parecido
verla en la multitud, empecé a buscarla con la mirada, más detalladamente, más
cauteloso, y al girar, me choqué con sus ojos, me los encuentro de golpe, directos,
corrí rápido mi mirada, porque siempre será más fácil esquivar la mirada, ser
un irresponsable. Como cuando estamos en el bus, en cualquier parada, y llega
la miseria y la pobreza de un mendigo a rogar en la ventanilla, como el infiel
sincero y sensible al ser descubierto. Quedé aturdido, indefenso. Pero me armé
de valor y levanté la mirada y ella ya no está.
La esperé a la salida, tenía ansias por
hablarle y contarle cosas, también quería salir de una duda como.
Cuando salió le hice la señal, para vernos a
unas cuantas cuadras del colegio y me fui primero, no tardó en llegar y
empezamos hablar.
-Tuve
una pesadilla con usted- le dije mirando el piso mientras caminaba.
-Que soñaste? - me preguntó con la voz
emocionada por la intriga
-Soñé que nos besábamos, y que nos
abrazábamos y que nos queríamos- le respondí sin levantar la mirada
Ella Sonrió,
muy tranquila y aseguró – pero eso no es una pesadilla
- claro que sí, todos los sueños que al
despertar nos hace sentir tristes y desahuciados son pesadillas. Son puras
falsedades, besos de Judas y abrazos de lastima lo que me diste.
- Besos y abrazos al fin y al cabo.
Hay algunas cosas que creo que no quedaron muy claras en el cuento. Tuviste buena redacción, y pocos errores de ortografía.
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