Mariana es una
tonta, si cree que diciendo que Joaquín besaría mejor que yo recibirá su
cariño. Lo que ella no sabe es que yo, he pasado mañanas enteras practicando
toda clase de besos, primero íntimamente en el jardín con el árbol de mangos
que cobija el tejado de la casa de mi abuela, pero luego en cantidades
progresivas y mis insaciables labios no marginaban ningún árbol en ningún
parque; Ahora poseo un bagaje vasto de experiencias que me permiten distinguir
el beso de cualquier madera incluso sin sentirla u olerla.
Joaquín por su
parte es un amante de los insectos, y lo que a él respecta dispone la mayor
parte de su tiempo, al reconocimiento y a la conducta insectívora, conducta que
yo, como amante furtivo de los bosques, no desconozco. Un día besando un roble
(que para nadie es un gran besador), se paseó repetidamente por mi cara y mi
brazo derecho un gusano verdoso, que según me explicaba Joaquín, hubiera podido
matarme de un solo flechazo.
Hoy nos hemos
puesto de acuerdo pues, Joaquín y yo de que el jueves próximo , aprovechando
que en la clase de ciencias vamos a analizar insectos, Joaquín separará la
hormiga más hermosa entre las demás, la más sagaz, la más rápida, la más
loable, y la liberará justo en frente de Mariana, y aquella la seducirá y
conducirá súbitamente hasta un eucalipto frondoso y móvil ante mi presencia,
eucalipto al cual estaré dándole uno de mis mejores besos y que él responderá
asertivo a través de una herida de savia que hemos anteriormente trazado Joaquín
y yo y tiene exactamente el mismo tamaño de mi boca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario