jueves, 21 de marzo de 2013

¿DÓNDE ESTÁ LA BOLITA? Por: Leodán Andrés Otaya Burbano


Nicolás luego de retirar en un cajero automático el primer sueldo de su trabajo se fue para el centro de la ciudad con el fin de buscar unos zapatos y una ropa que necesitaba. Andaba distraído mirando de almacén en almacén aquello que buscaba. Se medía las prendas y los zapatos, preguntaba su precio, y decía que continuaría viendo otras posibilidades y que luego se decidiría en cual almacén hacer las compras.

Al llegar a una calle muy concurrida Nicolás miró a un grupo de personas que rodeaban una mesa pequeña, y como era curioso se acercó a ver lo que sucedía, cuando estuvo al pie de la mesa, miró que esta era plegable, cubierta por una franela roja,  y que encima de ella habían tres vasos colocados boca abajo, y una bolita blanca, la cual la tapaba y destapaba una y otra vez el encargado del juego, cambiándola de posición y apareciendo y desapareciendo debajo de cada uno de los vasos. Había cuatro personas que jugaban al juego de la bolita, uno estaba borracho, y era el que más apostaba, el juego consistía en adivinar debajo de qué vaso estaba la bolita blanca, y la plata que colocaba el borracho en la mesa al instante se duplicaba porque acertó varias veces. Se veía tan fácil el adivinar la posición de la bolita que Nicolás de decidió a formar parte del juego, y apostó primero una pequeña cantidad de dinero.

-¿Dónde está la bolita?, ¿dónde está la bolita?- repetía la persona que movía los vasos de un lado a otro.

-¡Debajo de éste vaso!- dijo Nicolás, apuntándolo con el dedo índice.

Y en la primera jugada acertó, doblando su dinero, por lo cual volvió a apostar lo que ganó.

-¿Dónde está la bolita?, ¿dónde está la bolita?- decía el dueño del juego.

-¡Debajo de éste vaso!- respondió Nicolás, apuntándolo con su dedo.
Y otra vez acertó, ahora ya había triplicado la plata que inicialmente apostó. Y como este jueguito le pareció tan fácil apostó la mitad de la plata que llevaba para comprar la ropa y los zapatos sumada a la plata que ya había ganado.

-¿Dónde está la bolita?, ¿dónde está la bolita?- volvió a decir el jefe del juego.

-¡Debajo de éste vaso!- contestó Nicolás, indicando el que a él le parecía el correcto.

Pero esta vez no pudo adivinar debajo de qué vaso estaba la bolita, por lo cual perdió toda la plata que apostó, pero al parecer el dueño de este juego como que hipnotizaba a sus clientes, entonces persuadió a Nicolás de la siguiente manera:

-Usted tiene muy buena suerte, apueste todo lo el dinero que lleva y verá como se le duplica fácilmente, la última es la vencida, haga lo que yo le digo y verá que se va muy contento.

Nicolás ni corto ni perezoso, sacó casi todo el dinero que tenía en su bolsillo, sólo dejó lo necesario para coger el bus y regresar a su casa, e hizo la apuesta, era a todo o nada. O ganaba el doble de lo que apostaba o se iba pelado para su casa.

-¿Dónde está la bolita?, ¿dónde está la bolita?- repetía la persona que movía los vasos de un lado a otro.

-¡Debajo de éste vaso!- dijo Nicolás, poniendo su dedo índice encima del vaso seleccionado.

El dueño del juego levantó el vaso y la bolita no estaba debajo de él, por lo cual Nicolás perdió toda la plata que llevaba para hacer sus compras.

-Lo siento amigo, así es la suerte, a veces se gana y a veces se pierde, le deseo mejor suerte para la próxima- le dijo el sujeto que movía los vasos a Nicolás.

Nicolás se fue caminando despacio como sonámbulo, mientras un tipo lo acompañaba a medida que se alejaba del lugar.

-¿Cuánto dinero perdió amigo?, ¿para dónde va ahora?- le dijo el hombre que seguía a Nicolás.

-Perdí toda la plata que traía para comprar una ropa y unos zapatos, y ahora como no tengo dinero me toca irme para mi casa- contestó Nicolás.

El sujeto que seguía a Nicolás era un cómplice del dueño del juego de la bolita, y lo que trataba de hacer era cerciorarse de que él no fuera a informar lo que había ocurrido a la policía, y con ello ser apresados por andar estafando a la gente incauta, por medio de engaños y trucos psicológicos.

Ya en su casa Nicolás como que despertó de su trance y cayó en cuenta que lo que le había pasado fue un robo, que las personas que estaban alrededor de la mesa de juego eran cómplices, que el supuesto borracho era uno más de la banda, y que hacía el teatro respectivo para que alguna victima cayera fácilmente en las garras de éstos delincuentes, y que además ese sujeto que le hizo las últimas preguntas antes de irse para su casa era el encargado de la seguridad de la banda de ladrones.

Así Nicolás supo de esta nueva modalidad de atraco callejero, que sucedía una y otra vez en las grandes ciudades, y que la policía no podía controlar, ya que estaban bien organizados, se escondían fácilmente entre la multitud una vez hacían sus robos, y se perdían por un buen tiempo para que la policía los dejara de buscar, apareciendo de repente en el lugar menos pensado a la caza de otros ciudadanos incautos.

6 comentarios:

  1. Interesante crítica a un aspecto que ocurre a diario y pasa desapercibido para todos.

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  2. Un atraco elegantemente voluntario.

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  3. Definitivamente la realidad supera la ficción, pero el cuento trae consigo un gran mensaje, no debemos buscar incrementar el capital de forma fácil, los juegos siempre traen perdida y desgracia, me gustó !!

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  4. Es una historia muy real... a muchos nos puede pasar, así que reflexionemos.

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  5. La mejor forma de hacernos caer en cuenta que la solucion es de todos

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