jueves, 21 de marzo de 2013

DE LA IDEA AL CONOCIMIENTO. Por: David Emilio Cadavid Morales


Les voy a contar una historia, un cuento, acerca del conocimiento.
Resulta que un día nació una idea, ésta, era una idea fantástica, fruto de la más maravillosa imaginación que se expresaba en la mente del ser humano… pero, no era cualquier idea, se trataba de un pensamiento de seres mágicos, que solo habitan en aquellos rincones de los que la mente está dispuesta a crear.
Esta fantasía invadió por completo esa persona, y se sintió tan maravillado que quiso hacer conocer esa historia, muchos oían fascinados sus relatos, no terminaba su expectación, quedaban estáticos mientras se reunían alrededor de la plaza de mercado, ahí, estaba una muchedumbre escuchando a aquél hombre hablar.
No terminó de pasar el tiempo muy rápido y ya este cuento era un virus, se palpaba en el aire, todos creían en él, ellos, hablaban de brujas y demonios, esto era lo que aquel hombre les había contado, era un relato asombroso cuando lo escucharon de él, y así, la gente empezó a imaginar estos seres, ¿cómo eran?, ¿qué características tenían?, ¿eran malos?
Pronto, las personas descubrieron más y más cosas acerca de estas criaturas: unos decían que aparecían en la noche, y si llegaban era la perdición, otros aclamaban su destrucción, ya que representaban el mal, la gente empezó a tenerles miedo y terror, no se permitía que se hablara de ellos o que invocaran su presencia.
Todo pasaba y de repente la gente decía haberlos visto, que se encontraban en muchos lugares, en los bosques, en las montañas, huían en la noche haciendo ruidos extraños, incluso, habían personas que decían  haber sido atacados por estas bestias. Esto era el horror: ¿cómo se podían defender de estos monstruos?
Muchos se reunieron,  y su imaginación ya no era una, era colectiva, ya todos pensaban igual, las brujas y demonios eran la fuente del mal y todos debían luchar contra ellos, niños, adultos, hombres y mujeres aprendían como combatir estos seres, su lucha era constante, nunca persistía, todo por el bien de la comunidad.
Pasaron muchos años y aquel hombre que era un tranquilo ermitaño, regresó a este pequeño poblado, se encontró sorprendido, no hallaba rostros felices, todo era una completa desesperación, caminó hacía la plaza que en un pasado recorrió y no tardó en escuchar un grito que galopaba toda la comarca: ¡BRUJO!
¡Así es!, todos corrieron hacia él, un río de hogueras y un cántico de desprecio lo rodearon en un instante, él, un inocente anciano, no comprendía lo que pasaba, ya que su vida había sido solo meditación, y de repente se encontraba siendo atado de una columna de madera mientras un verdugo encendía su hoguera.
¡Que caprichoso el destino!, había preparado un trágico fin para él, ser asesinado por hombres que creyeron en su idea, que no era más que una fantasía, un hombre tranquilo y solitario que la encontró en los senderos del bosque que había creado, todo era fruto de su fecunda mente, y esta idea terminó con él.
Pero aquí no termina la historia, ya que luego  esta creencia fue confrontada por foráneos que llegaban al pueblo, ¿cómo podían creer en esto?, ¿ustedes perseguían brujas y demonios?, ¿mataron a alguien por ello? Esto se convirtió en un error que nunca debía suceder por eso siempre lo quisieron recordar.
La memoria histórica nació como una idea colectiva de la sociedad, que todos debían conocer: chicos y grandes construyendo un futuro sin cometer los errores del pasado, parecen unas lindas consignas decían todos, llegó alguien y se atrevió a decir: ¡He visto un brujo!, Ridículo, una aplastante mayoría contestaba.
Pero él lo afirmaba y no se retractaba, decía haberlo visto y nadie más. ¡Está loco! Mientras todos se burlaban y entre ellos murmuraban, el ambiente era un fastidio para el incomprendido ser, que estaba seguro de lo que creía, y no le importaba si así se lo negaban y lo retractaban con su forma de pensar, el creía que podía pensar en libertad.
Él decía: yo no quiero matar, yo sé que existen estos monstruos y están escondidos en algún lugar, soy una simple persona que se apasiona por imaginar, y no puedo negar que estas criaturas me asombran y las quiero encontrar, así que no me digan cómo debo pensar, porque yo no los obligo a que crean mi sueño realidad.
Así todos se asombraron y vieron a aquel hombre caminar tranquilo como se alejaba de ese lugar, nerviosos quedaron todos ante tal seguridad, era increíble que no lo convencieran de que todo lo que piensa era banalidad, pero quizás ahí quedó una lección de nunca olvidar, no lo podían obligar a decidir cómo pensar.
Y ahí llegó el conocimiento y nos mostró que toda creencia no es una realidad, que una idea puede ser fecunda y también puede ser fatal, que no podemos creer todo lo que busque el bien de la comunidad, porque allí quizás sí hay un demonio o alguna bruja esperando el momento preciso para atacar.
Que una idea puede ser una verdad pero no debemos imponerla con inmoralidad, porque todos podemos pensar pero nunca lo hacemos con igualdad mientras no choquemos en nuestra libertad siempre encontraremos una amistad, y un pensamiento puede llegar a matar pero no se puede permitir que se llegue a efectuar.
No se puede impedir pensar, cualquier idea es válida para la situación individual, ya que es el mismo ermitaño que la crea solo por fantasear y no se puede matar simplemente por dejar de imaginar, y la comunidad no podrá cazar aquellos demonios y horribles brujas que su fantasía le llevó a pensar. 

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