Les voy a contar una
historia, un cuento, acerca del conocimiento.
Resulta que un día nació una
idea, ésta, era una idea fantástica, fruto de la más maravillosa imaginación
que se expresaba en la mente del ser humano… pero, no era cualquier idea, se
trataba de un pensamiento de seres mágicos, que solo habitan en aquellos
rincones de los que la mente está dispuesta a crear.
Esta fantasía invadió por
completo esa persona, y se sintió tan maravillado que quiso hacer conocer esa
historia, muchos oían fascinados sus relatos, no terminaba su expectación,
quedaban estáticos mientras se reunían alrededor de la plaza de mercado, ahí,
estaba una muchedumbre escuchando a aquél hombre hablar.
No terminó de pasar el
tiempo muy rápido y ya este cuento era un virus, se palpaba en el aire, todos
creían en él, ellos, hablaban de brujas y demonios, esto era lo que aquel
hombre les había contado, era un relato asombroso cuando lo escucharon de él, y
así, la gente empezó a imaginar estos seres, ¿cómo eran?, ¿qué características
tenían?, ¿eran malos?
Pronto, las personas
descubrieron más y más cosas acerca de estas criaturas: unos decían que
aparecían en la noche, y si llegaban era la perdición, otros aclamaban su
destrucción, ya que representaban el mal, la gente empezó a tenerles miedo y
terror, no se permitía que se hablara de ellos o que invocaran su presencia.
Todo pasaba y de repente la
gente decía haberlos visto, que se encontraban en muchos lugares, en los bosques,
en las montañas, huían en la noche haciendo ruidos extraños, incluso, habían
personas que decían haber sido atacados
por estas bestias. Esto era el horror: ¿cómo se podían defender de estos
monstruos?
Muchos se reunieron, y su imaginación ya no era una, era
colectiva, ya todos pensaban igual, las brujas y demonios eran la fuente del
mal y todos debían luchar contra ellos, niños, adultos, hombres y mujeres
aprendían como combatir estos seres, su lucha era constante, nunca persistía,
todo por el bien de la comunidad.
Pasaron muchos años y aquel
hombre que era un tranquilo ermitaño, regresó a este pequeño poblado, se
encontró sorprendido, no hallaba rostros felices, todo era una completa
desesperación, caminó hacía la plaza que en un pasado recorrió y no tardó en
escuchar un grito que galopaba toda la comarca: ¡BRUJO!
¡Así es!, todos corrieron
hacia él, un río de hogueras y un cántico de desprecio lo rodearon en un
instante, él, un inocente anciano, no comprendía lo que pasaba, ya que su vida
había sido solo meditación, y de repente se encontraba siendo atado de una
columna de madera mientras un verdugo encendía su hoguera.
¡Que caprichoso el destino!,
había preparado un trágico fin para él, ser asesinado por hombres que creyeron
en su idea, que no era más que una fantasía, un hombre tranquilo y solitario
que la encontró en los senderos del bosque que había creado, todo era fruto de
su fecunda mente, y esta idea terminó con él.
Pero aquí no termina la
historia, ya que luego esta creencia fue
confrontada por foráneos que llegaban al pueblo, ¿cómo podían creer en esto?,
¿ustedes perseguían brujas y demonios?, ¿mataron a alguien por ello? Esto se
convirtió en un error que nunca debía suceder por eso siempre lo quisieron
recordar.
La memoria histórica nació
como una idea colectiva de la sociedad, que todos debían conocer: chicos y
grandes construyendo un futuro sin cometer los errores del pasado, parecen unas
lindas consignas decían todos, llegó alguien y se atrevió a decir: ¡He visto un
brujo!, Ridículo, una aplastante mayoría contestaba.
Pero él lo afirmaba y no se
retractaba, decía haberlo visto y nadie más. ¡Está loco! Mientras todos se
burlaban y entre ellos murmuraban, el ambiente era un fastidio para el
incomprendido ser, que estaba seguro de lo que creía, y no le importaba si así
se lo negaban y lo retractaban con su forma de pensar, el creía que podía
pensar en libertad.
Él decía: yo no quiero
matar, yo sé que existen estos monstruos y están escondidos en algún lugar, soy
una simple persona que se apasiona por imaginar, y no puedo negar que estas
criaturas me asombran y las quiero encontrar, así que no me digan cómo debo
pensar, porque yo no los obligo a que crean mi sueño realidad.
Así todos se asombraron y
vieron a aquel hombre caminar tranquilo como se alejaba de ese lugar, nerviosos
quedaron todos ante tal seguridad, era increíble que no lo convencieran de que
todo lo que piensa era banalidad, pero quizás ahí quedó una lección de nunca
olvidar, no lo podían obligar a decidir cómo pensar.
Y ahí llegó el conocimiento
y nos mostró que toda creencia no es una realidad, que una idea puede ser
fecunda y también puede ser fatal, que no podemos creer todo lo que busque el
bien de la comunidad, porque allí quizás sí hay un demonio o alguna bruja esperando
el momento preciso para atacar.
Que una idea puede ser una verdad
pero no debemos imponerla con inmoralidad, porque todos podemos pensar pero
nunca lo hacemos con igualdad mientras no choquemos en nuestra libertad siempre
encontraremos una amistad, y un pensamiento puede llegar a matar pero no se
puede permitir que se llegue a efectuar.
No se puede impedir pensar,
cualquier idea es válida para la situación individual, ya que es el mismo
ermitaño que la crea solo por fantasear y no se puede matar simplemente por
dejar de imaginar, y la comunidad no podrá cazar aquellos demonios y horribles
brujas que su fantasía le llevó a pensar.
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