jueves, 21 de marzo de 2013

11034. Por: Iojann Restrepo García


Han pasado doscientos cuarenta y siete días desde que no la veo, tan solo sesenta y cinco desde que he decidido, bajo cualquier circunstancia, ahogar su recuerdo.

El agua conforma el setenta y cinco por ciento de nuestro cuerpo, sin embargo, hay quien dice que disfruta pasando sólo algunos días en el mar (incluso conozco gente que dice no conocerlo), hay también quienes dicen que el lugar más profundo encontrado se encuentra a 11034 metros bajo el nivel del mar, y que podríamos morir a tan solo 214 metros de la superficie. Todas supersticiones.

He encontrado que, con un poco de esfuerzo y unos pulmones grandes, podríamos cruzar el Atlántico hasta llegar al mar Mediterráneo sin problemas. Pero ese no es mi interés, mi interés es ahogarle bajo cualquier circunstancia.

He logrado aguantar la respiración una semana entera, así consigo desprenderme de su recuerdo. Pero de vez en cuando algún pez dice que le ha visto feliz con alguien, y pienso en su insuperable capacidad de huir y siento ganas de renovar mi aire, de salir y tratar de ver lo que ella en ése instante. Necesito alejarme del chismoseo de los peces más jóvenes, es por eso que ahora disfruto la compañía de los calamares, quienes han adquirido una capacidad excepcional para aguantar la respiración, sus largos cuerpos se ven en las más oscuras profundidades del océano en que vivo por ahora.

Una vez escuche decir a un pez, que el primer calamar que decidió sumergirse retó a su padre para salir a la superficie a visitar a una gaviota, con la que disfrutaba coleccionar figuras hechas con arena del mar, dice también el pez más viejo y sabio que un día el calamar encontró tan triste en la playa a la gaviota que nado rápidamente a su encuentro, de inmediato le pregunto por qué no se disponía a preparar la arena para hacer algunos castillos o pecezuelos gigantes o quizá ese día intentar conseguir de nuevo construir el más grande barco extraterrestre (solo lo habían conseguido una vez con la ayuda de planos muy sofisticados según decía el anciano pez tratando de imaginar los grandes rollos mientras contaba la historia a los más pequeños) la gaviota lo miró con tanta tristeza que no pudo aguantar el llanto, le vio a los ojos y no pudo articular un solo sonido, se volteó tratando de recuperar la capacidad de pronunciar una que otra palabra pero no funcionó. Tuvo que pasar un día entero para que lograra conectar una oración entera, y de inmediato lo miro a los ojos y le dijo que lo había olvidado, que no recordaba cómo hacerlo.

Al escuchar esto el calamar huyó de inmediato al encuentro con sus amigos y permaneció en silencio un par de meses, los demás calamares estaban tan preocupados que trataron de encontrar a la gaviota, sin lograr siquiera tener idea de donde se había metido, de repente, el calamar salió de su letargo para dirigirse a su padre, le propuso un reto que nadie había aceptado jamás, nadar hasta las profundidades y aguantar la respiración tanto como fuera posible, desde aquel día el resto de los calamares, han pasado sus vidas tratando de encontrar al abnegado padre y al desconsolado hijo, hay algunos peces que dicen haber visto a la pareja en las profundidades del océano (especulaba el anciano), que han logrado que su cuerpo brille para facilitarle la tarea al resto de los calamares, hay otros que dicen que en las profundidades perdieron la capacidad de ver y han divagado sin poder encontrar al resto de su camada.

Siempre he encontrado inquietante creer que la gaviota sólo bromeaba y al éste zambullirse ella jamás pudo decirle:” Sólo bromeaba, dispongámonos a construir otra figura increíble.” Quizá porque siempre guardo la esperanza de que así haya sido.

Aun recuerdo la tristeza en sus ojos, parecía como si de verdad hubiera olvidado cómo hacerlo, como si un viento ciego me hubiera arrebatado de su mente para enterrarme en el fondo de algún océano.

Han pasado quinientas veintitrés semanas desde que no la veo, cuatrocientas cuarenta semanas, diez mil quinientos sesenta días desde que he decidido bajo cualquier circunstancia ahogar su recuerdo, hace tan solo 2 semanas que he dejado de ver.

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