Sin hacer el menor ruido, la cápsula
aterrizó. Levantó una gran polvareda que opacó la visión por un momento. Hacía
40º C de temperatura. El ojo electrónico inspeccionó el lugar, mirando
detalladamente a su alrededor. No lograba detectar nada, solo rocas y una vieja
construcción en frente. Parecía una casa. Había cuerdas que iban de un lado a
otro atadas a estacas de algún material extraño. Había colgadas a las cuerdas
extrañas membranas de un material flexible aunque relativamente resistente.
Tales membranas reflejaban algunas frecuencias de onda, por lo que eran
percibidas en blanco.
Un artefacto de forma circular en
una de las paredes de la edificación tenía inscrito en su interior 12 símbolos;
una fibra pequeña señalaba el símbolo 2 y otra más grande señalaba el símbolo
12. Al otro lado del Universo, un ser deducía con su lenguaje telepático: “Eso
debe ser alguna especie de máquina que lleva el conteo de la dimensión
temporal” – “Pero luce extremadamente primitivo, no creo que tenga la precisión
de nuestro Marcador de Agujero Negro” dijo otro.
Una criatura salió de la
edificación; parecía una hembra de la especie dominante del planeta. La
acompañaba otra criatura, no tan “evolucionada”, mucho más pequeña y cubierta
totalmente con finos y cortos filamentos oscuros. Su espina dorsal se
prolongaba formando un apéndice o una clase de extremidad sin función aparente.
Emitía un sonido grave, casi inaudible, y luego un sonido agudo relativamente
armónico. Caminaba y trataba de rozar las extremidades inferiores de la
criatura mayor.
“Qué pena por los marcianos, – se
lamentaban los seres en sus propias expresiones mentales – debe ser agobiante
tener de vecinos a estos organismos”.
La hembra recogía las membranas
colgadas y las depositaba en un recipiente grande. Se encontraba a 50 cm . del visor, pero no se
percataba de su presencia ni de su cercanía a él. El bicho pequeño sí percibió
la presencia e inmediatamente tensó sus extremidades y los filamentos de su
lomo se erizaron. La hembra se asustó y dejó caer una membrana humectada con
alguna sustancia transparente sobre la nave, obstruyendo la visión del ojo electrónico.
Al otro lado del Universo,
horrorizados ante semejante situación, los seres concluían: “Definitivamente
hay que exterminarlos, parecen ser muy infecciosos”.
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