jueves, 21 de marzo de 2013

FIN DEL ENGAÑO.Por: Oscar Javier Zapata Hincapié


Todo salió como lo pensé. No vieron el ímpetu cuchillo, ni el brillo helado del filo que atravesó su pecho, ni el pulso de su pánico le ayudo para gritar. Ya la primera gota de sangre manchaba de rojo fúnebre su blanca piel, sus músculos excitantes se contraían en el que iba hacer su último orgasmo de sangre hirviente y de tétrico espanto.

 

Había comenzado a sospechar de sus engaños a través de las inusuales y esporádicas llamadas y salidas en horas en las que ella nunca frecuentaba hacerlo. Testigos oportunos y otros insolentes, me daban afirmaciones verídicas de encuentros que no sólo tenían un carácter amistoso. Esto me comenzó a generar una ira insoportable que salpicaba cualquier momento de tranquilidad, todo reproche que le hacía finalizaba con fuertes discusiones en las cuales fui el culpable por los excesivos celos que me daban; y saber que no eran solo celos, era también una realidad escondida, secreta, pues realizaba mórbidos encuentros cuando me encontraba ocupado en oficios, el tiempo para estar con ella era mínimo, confiaba en darle todo el amor que creía merecer y ahí estaba su respuesta, su gran infidelidad que aún me cuesta creer. Hubo un momento en el que pensaba que toda palabra en contra o en defensa ajena a la de ella era pura envidia, pues no quería dejarla, me hacia falta tenerla, sentir el choque seductor de su piel, describirle con la expresión húmeda de mis labios el magno amor que mí corazón albergaba. Y decidí abrir la puerta, no se percató de cerrar bien la de la alcoba, y todo empezó con un fuerte abrazo seguido de deslices labiales por todo su cuello, como yo lo quería; luego se desnuda, la luz de las velas reflejaban los cuerpos al ritmo del sexo contra la pared, la excitación era mayor cuando entró profundo, lacerando piel y músculo, evaporando las últimas energías, perdiendo resistencia, donde el sudor y el semen desaparecían y el único líquido que le fluía era la sangre que derramaba por todo su pecho mientras agonizaba abrazada a él.

No hay comentarios:

Publicar un comentario