jueves, 21 de marzo de 2013

“EL MAR SE LA HA IDO COMIENDO…”.Por: Carlos Alejandro Henao Vargas


Es viernes del mes de junio en la ciudad de Medellín,  la familia Henao había planeado el viaje desde el año pasado pues el eje cafetero les había parecido un poco frio en las vacaciones anteriores, esta vez decidieron ir al mar…a las playas de Bocagrande  en Cartagena; compraron la excursión en uno de esos anuncios que pegan en los postes del alumbrado público de la ciudad.
La única preocupación que podía pasar por la mente de Don Carlos, el papá de la familia, era que todo iba a estar más costoso, pues en temporada alta las zonas turísticas suben los precios de todos los productos con ganas de hacerse su “Agosto en Junio”, como lo afirmaban los compañeros de trabajo de Don Carlos; aun así, la motivación que tenía era la de ver la sonrisa su pequeño hijo Alejandro al sentir la arena de la playa, las olas llegando a sus pies y sus ojos brillando con el resplandor del sol. El viaje duraría 12 horas por tierra si les iba bien, 14 0 16 en caso de que el bus se vare, como suele suceder en los paseos,  así que planearon salir en el bus de las 10 de la noche para dormir en el camino  y llegar a las 10 de la mañana a la ciudad amurallada. Todo estaba planeado, los pasajes del bus, los taxis, las maletas, el bloqueador solar, los sombreros de sol, el traje de baño, el Hotel y los recorridos en la ciudad de destino….todo lo que podían manejar estaba bajo absoluto control….excepto lo que no dependía de ellos….la naturaleza…sin saber lo que les esperaba salieron de la ciudad de Medellín con otras 50 personas cargadas con los mismas ilusiones.
Como todos los Días, Maximiliano, o el “el viejo máximo” como se hace conocer de los turistas, sale de su casa ubicada en el barrio pie de la popa en Cartagena, a las 6 de la mañana; se pone su pantaloneta, su camiseta amarilla del real Cartagena, pero en versión basquetbolista sin mangas, sus “chancletas” y su orgullo de ser oriundo de Barú. Al llegar a la playa se dirige al Kiosco de la seño Carmen a sacar sus carpas azules y rojas, que albergaran a los turistas y los protegerán del sol durante su estadía en la playa. Uno a uno va midiendo los cuatro pasos alargados que ocupa cada una de sus carpas y va desenterrado los ganchos de los amarres, cubiertos por la arena movida por el viento durante la solitaria noche, el sabe que de ellas viene su sustento. Cada  carpa cuesta “10 barritas”, como suele decirlo con sonrisa jovial, sabor costeño y los brazos abiertos. Por solo diez mil pesos el turista disfrutara de la sombra en la playa, y de un servicio que solo puede brindarle un Hombre de Cartagena, pero si se es negociante como el paisa de Don Carlos, posiblemente obtendrá un mejor precio. Maximiliano ha sido toda la vida del mar, ha crecido atendiendo los turistas que llegan de todas las partes del mundo, y como todo Baruense, le tiene el respeto al mar…..ese respeto que solo se le tiene a las cosas que no podemos controlar… Maximiliano ha visto como desde hace varios meses, ese mar que ve todos los días, se está comiendo su playa. Hace algunos meses se demoraba dos horas instalando 40 carpas y movilizando en promedio 100 sillas, ahora solo puede instalar 10 carpas, mover 20 sillas y dejar las otras enrolladas en una esquina del kiosko a la espera de que el mar le devuelva su playa…..
Son las 10 de la mañana del sábado, Don Carlos, su señora y su pequeño Hijo, por fin han llegado a Cartagena, gracias a Dios en este paseo no se les varó el bus, están a la espera que les asignen la habitación en el Hotel donde se alojaran por las próximas 2 noches. Esperan con paciencia su turno mientras varios venteros ofrecen manillas hechas de concha de caracol, costras pintadas con letreros que rezan “Recuerdo de Cartagena de Indias”, agua en bolsa y en botella, cervezas enlatadas, otros cuantos cantan “lagafalagafalagafalagafalagafa y  el resto vende todo tipo de souvenir que podría comprar un turista promedio colombiano, en un lenguaje que es poco entendible a primera impresión. La hora por fin llega, los tres se ingresan al hotel bajo un sol abrazador y una temperatura que alcanza los 36 grados centígrados. Don Carlos que venía de viajar en un bus con aire acondicionado, sintió el traslado hasta su habitación en el hotel, mucho más largo que el viaje de Medellín a Cartagena, pues su cuerpo estaba envuelto en un solo supor, solo se reconfortaba con saber que pronto, el y su familia disfrutarían del mar, de la brisa y de las playas de Cartagena.
A Maximiliano le preguntan los turistas constantemente  “que le paso a la playa, si el año pasado que vinimos era más grande?....” las únicas palabras que puede decir son: “aja mi hemanito… el ma se la ha ido comiendo”…
Después de un baño refrescante en el Hotel, y de buscar las ropas más adecuadas para el duro clima de Cartagena, Dona Oneida, la esposa de Don Carlos empaca con cuidado cada uno de los utensilios que llevara a la playa, una toalla de 2 metros de largo por 1 metro de ancho, estampada con dibujos alusivos al mar y comprada en los almacenes del famoso “hueco’ en el centro de Medellín, un sobrero para el sol diseñado por alguna mujer de aguadas caldas, un bloqueador con filtros solares, una pañoleta, un peine, un cambio de ropa para Alejandro, y una camiseta de más para don Carlos….  por fin ha llegado el momento de conocer y disfrutar del mar.
Después de 20 minutos de una larga caminada desde el hotel hasta la playa, que bajo el sol de Cartagena pueden parecer horas (en esa ciudad hasta los lugareños toman taxi con aire acondicionado en lugar de caminar 5 cuadras¡¡¡) están ahí….frente a una hilera de carpas rojas y azules que cubren la vista al mar, y lo único que puede ver el pequeño hijo de Don Carlos es un tipo grande, moreno brillante, con camiseta amarilla y sonrisa blanca, seguido de 5 morenos más  que se abalanzan sobre ellos diciendo “aja paisita, una carpa?”  Don Carlos que venía advertido inicia un proceso de negociación en precios, los cuales para ese día estaban altísimos, solo por ser sábado…El viejo máximo, que sabía que solo le quedaban dos carpas decidió dejársela al mejor precio, para ganar su noveno cliente de la mañana, y dijo: “ compa yo te la dejo en 8 barritas ya!... propuesta que fue aceptada sin vacilaciones.
Los 4 se dirigieron hacia la playa como en un fila india, primero Máximo, segundo el niño, tercero dona Oneida que no le quitaba la mirada a su pequeño y cuarto Don Carlos, que se quejaba del calor que hacía y solo quería disfrutar de una cerveza fría.
Al llegar a la carpa los tres se quedaron atónitos al ver la grandeza del mar, la inmensidad de las olas, el brillo del agua…. Y la falta de arena. Don Carlos, como muchos turistas le pregunto a su nuevo compadre : que le paso a la playa? Y lo único que pudo decir Maximiliano fue:”el mar se la ha ido comiendo…”.
Ahora bien: cómo explicarle a un obrero promedio de la ciudad de Medellín la falta de arena en una playa?, como decirle a un pequeño niño que no hay arena para hacer un castillo en la playa?, como decirle a una Madre que no puede enterrarse en la playa como le recomendaron las amigas que ya habían estado en la playa hace muchos años  porque no hay arena? Como explicarle a una persona como Máximo la razón por la cual no tiene espacio para ubicar las carpas y las sillas que atenderán a los turistas? Como explicarle a la seño Carmen, que su trabajador no puede vender lo mismo que vendía antes, porque solo hay 10 carpas?, como decirle a un turista extranjero que la playa que antes medía 50 metros, y que albergaba 100 personas, ahora solo mide 1 metro?
A pesar de ello….Alejandro disfrutó de su poca arena, del mar, de la brisa, del sol, de Cartagena, Doña Oneida logró un bronceado canela y un peinado de trenzas con puntas de  aluminio, Don Carlos refrescó su garganta con 8 o 3 cervezas frías…y el viejo máximo llevó como todos los días las ganancias de su trabajo a su casa.
El recuerdo de la familia fue bonito, máximo siguió trabajando…pero será que Alejandro podrá transmitir lo mismo a sus hijos? Será que existirá playa para entonces?... El fin de este cuento está en tus manos.
CARLOS ALEJANDRO HENAO VARGAS
2013

3 comentarios:

  1. Muy bueno Alejo, te felicito...lo disfruté mucho...

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  2. Una buena historia muy real y con un mensaje que invita a reflexionar. Felicitaciones

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