Es viernes del mes de
junio en la ciudad de Medellín, la
familia Henao había planeado el viaje desde el año pasado pues el eje cafetero
les había parecido un poco frio en las vacaciones anteriores, esta vez
decidieron ir al mar…a las playas de Bocagrande
en Cartagena; compraron la excursión en uno de esos anuncios que pegan
en los postes del alumbrado público de la ciudad.
La única preocupación que
podía pasar por la mente de Don Carlos, el papá de la familia, era que todo iba
a estar más costoso, pues en temporada alta las zonas turísticas suben los
precios de todos los productos con ganas de hacerse su “Agosto en Junio”, como
lo afirmaban los compañeros de trabajo de Don Carlos; aun así, la motivación
que tenía era la de ver la sonrisa su pequeño hijo Alejandro al sentir la arena
de la playa, las olas llegando a sus pies y sus ojos brillando con el
resplandor del sol. El viaje duraría 12 horas por tierra si les iba bien, 14 0
16 en caso de que el bus se vare, como suele suceder en los paseos, así que planearon salir en el bus de las 10 de
la noche para dormir en el camino y llegar
a las 10 de la mañana a la ciudad amurallada. Todo estaba planeado, los pasajes
del bus, los taxis, las maletas, el bloqueador solar, los sombreros de sol, el
traje de baño, el Hotel y los recorridos en la ciudad de destino….todo lo que
podían manejar estaba bajo absoluto control….excepto lo que no dependía de
ellos….la naturaleza…sin saber lo que les esperaba salieron de la
ciudad de Medellín con otras 50 personas cargadas con los mismas ilusiones.
Como todos los Días, Maximiliano,
o el “el
viejo máximo” como se hace conocer de los turistas, sale de su casa
ubicada en el barrio pie de la popa en Cartagena, a las 6 de la mañana; se pone
su pantaloneta, su camiseta amarilla del real Cartagena, pero en versión
basquetbolista sin mangas, sus “chancletas” y su orgullo de ser oriundo de
Barú. Al llegar a la playa se dirige al Kiosco de la seño Carmen a sacar sus
carpas azules y rojas, que albergaran a los turistas y los protegerán del sol
durante su estadía en la playa. Uno a uno va midiendo los cuatro pasos
alargados que ocupa cada una de sus carpas y va desenterrado los ganchos de los
amarres, cubiertos por la arena movida por el viento durante la solitaria
noche, el sabe que de ellas viene su sustento. Cada carpa cuesta “10 barritas”, como suele
decirlo con sonrisa jovial, sabor costeño y los brazos abiertos. Por solo diez
mil pesos el turista disfrutara de la sombra en la playa, y de un servicio que
solo puede brindarle un Hombre de Cartagena, pero si se es negociante como el
paisa de Don Carlos, posiblemente obtendrá un mejor precio. Maximiliano ha sido
toda la vida del mar, ha crecido atendiendo los turistas que llegan de todas
las partes del mundo, y como todo Baruense, le tiene el respeto al mar…..ese
respeto que solo se le tiene a las cosas que no podemos controlar… Maximiliano
ha visto como desde hace varios meses, ese mar que ve todos los días, se está
comiendo su playa. Hace algunos meses se demoraba dos horas instalando 40
carpas y movilizando en promedio 100 sillas, ahora solo puede instalar 10
carpas, mover 20 sillas y dejar las otras enrolladas en una esquina del kiosko
a la espera de que el mar le devuelva su playa…..
Son las 10 de la mañana
del sábado, Don Carlos, su señora y su pequeño Hijo, por fin han llegado a
Cartagena, gracias a Dios en este paseo no se les varó el bus, están a la
espera que les asignen la habitación en el Hotel donde se alojaran por las
próximas 2 noches. Esperan con paciencia su turno mientras varios venteros ofrecen
manillas hechas de concha de caracol, costras pintadas con letreros que rezan
“Recuerdo de Cartagena de Indias”, agua en bolsa y en botella, cervezas
enlatadas, otros cuantos cantan “lagafalagafalagafalagafalagafa” y el resto vende todo tipo de souvenir que
podría comprar un turista promedio colombiano, en un lenguaje que es poco
entendible a primera impresión. La hora por fin llega, los tres se ingresan al
hotel bajo un sol abrazador y una temperatura que alcanza los 36 grados
centígrados. Don Carlos que venía de viajar en un bus con aire acondicionado,
sintió el traslado hasta su habitación en el hotel, mucho más largo que el
viaje de Medellín a Cartagena, pues su cuerpo estaba envuelto en un solo supor,
solo se reconfortaba con saber que pronto, el y su familia disfrutarían del
mar, de la brisa y de las playas de Cartagena.
A Maximiliano le
preguntan los turistas constantemente
“que le paso a la playa, si el año pasado que vinimos era más
grande?....” las únicas palabras que puede decir son: “aja mi hemanito… el ma
se la ha ido comiendo”…
Después de un baño
refrescante en el Hotel, y de buscar las ropas más adecuadas para el duro clima
de Cartagena, Dona Oneida, la esposa de Don Carlos empaca con cuidado cada uno
de los utensilios que llevara a la playa, una toalla de 2 metros de largo por 1
metro de ancho, estampada con dibujos alusivos al mar y comprada en los
almacenes del famoso “hueco’ en el centro de Medellín, un sobrero para el sol
diseñado por alguna mujer de aguadas caldas, un bloqueador con filtros solares,
una pañoleta, un peine, un cambio de ropa para Alejandro, y una camiseta de más
para don Carlos…. por fin ha llegado el
momento de conocer y disfrutar del mar.
Después de 20 minutos de
una larga caminada desde el hotel hasta la playa, que bajo el sol de Cartagena
pueden parecer horas (en esa ciudad hasta los lugareños toman taxi con aire
acondicionado en lugar de caminar 5 cuadras¡¡¡) están ahí….frente a una hilera
de carpas rojas y azules que cubren la vista al mar, y lo único que puede ver
el pequeño hijo de Don Carlos es un tipo grande, moreno brillante, con camiseta
amarilla y sonrisa blanca, seguido de 5 morenos más que se abalanzan sobre ellos diciendo “aja
paisita, una carpa?” Don Carlos que venía
advertido inicia un proceso de negociación en precios, los cuales para ese día
estaban altísimos, solo por ser sábado…El viejo máximo, que sabía que solo le
quedaban dos carpas decidió dejársela al mejor precio, para ganar su noveno
cliente de la mañana, y dijo: “ compa yo te la dejo en 8 barritas ya!...
propuesta que fue aceptada sin vacilaciones.
Los 4 se dirigieron hacia
la playa como en un fila india, primero Máximo, segundo el niño, tercero dona
Oneida que no le quitaba la mirada a su pequeño y cuarto Don Carlos, que se
quejaba del calor que hacía y solo quería disfrutar de una cerveza fría.
Al llegar a la carpa los
tres se quedaron atónitos al ver la grandeza del mar, la inmensidad de las
olas, el brillo del agua…. Y la falta de arena. Don Carlos, como muchos
turistas le pregunto a su nuevo compadre : que le paso a la playa? Y lo único
que pudo decir Maximiliano fue:”el mar se la ha ido comiendo…”.
Ahora bien: cómo
explicarle a un obrero promedio de la ciudad de Medellín la falta de arena en
una playa?, como decirle a un pequeño niño que no hay arena para hacer un
castillo en la playa?, como decirle a una Madre que no puede enterrarse en la
playa como le recomendaron las amigas que ya habían estado en la playa hace
muchos años porque no hay arena? Como
explicarle a una persona como Máximo la razón por la cual no tiene espacio para
ubicar las carpas y las sillas que atenderán a los turistas? Como explicarle a
la seño Carmen, que su trabajador no puede vender lo mismo que vendía antes,
porque solo hay 10 carpas?, como decirle a un turista extranjero que la playa
que antes medía 50 metros, y que albergaba 100 personas, ahora solo mide 1
metro?
A pesar de
ello….Alejandro disfrutó de su poca arena, del mar, de la brisa, del sol, de
Cartagena, Doña Oneida logró un bronceado canela y un peinado de trenzas con
puntas de aluminio, Don Carlos refrescó
su garganta con 8 o 3 cervezas frías…y el viejo máximo llevó como todos los
días las ganancias de su trabajo a su casa.
El recuerdo de la familia
fue bonito, máximo siguió trabajando…pero será que Alejandro podrá transmitir
lo mismo a sus hijos? Será que existirá playa para entonces?... El fin de este
cuento está en tus manos.
CARLOS ALEJANDRO HENAO
VARGAS
2013
Muy bueno Alejo, te felicito...lo disfruté mucho...
ResponderEliminarUna buena historia muy real y con un mensaje que invita a reflexionar. Felicitaciones
ResponderEliminarAlejo.... Genial!!
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